lunes, 3 de diciembre de 2012

LA DANZA DE LA NOCHE CAPITULO 6



Esta adaptación le pertenece a Maria en su blog “Letras de hielo y fuego”
Espero que os guste y dejéis vuestros comentarios. 

LA DANZA DE LA NOCHE
Summary: El pasado de la bailarina Bella Swan la preparó para enfrentarse a casi todas las situaciones, incluso al hecho de que su pareja de baile, el distante Edward Cullen, fuera un vampiro pelirrojo de trescientos años de edad. Aun así, cuando Bella volvió a sufrir el acoso del hombre de sus pesadillas, le sorprendió comprobar que la única persona en la que podía confiar era Edward...
Adaptación

Cuando Edward notó que la vida volvía a su cuerpo, se dio cuenta de que estaba hambriento. Se despertó con los colmillos prolongados, dispuestos a hundirlos en cualquier cuello. Sin embargo, era extraño que Edward tomara sangre humana aquellos días, porque solo deseaba la que tomaba de Bella. Sacó una botella de sangre sintética del refrigerador, y como no le gustaba tomarla fría, dejó correr el agua caliente en el baño y puso la botella en el lavabo mientras se duchaba. Odiaba quitarse el olor de Bella de la piel, pero quería parecerle lo más normal posible a la gente con la que iba a hablar aquella noche. Cuanto más humano pudiera parecer un vampiro, más probable era que los humanos fueran abiertos en una conversación. Edward se había dado cuenta de que la interacción era más fácil para Emmett, que todavía recordaba con claridad como era respirar y comer.

De los nombres y números de teléfono que había copiado de la agenda de Bella, había algún explicativo, como “papá y mamá”. “Les”, había escrito en otro, y Edward estaba seguro que tendría que investigar aquel. Un hombre soltero podría ser un rival. Los números más interesantes eran los del “Sargento Uley”. Había etiquetado un número como “Comisaría”, y el segundo número como “Casa”.

Pineville era como cualquier otro pueblo pequeño. Parecía que estaba dominado por un gran negocio, la fábrica de Muebles Vulturi, una enorme factoría que parecía que funcionaba veinticuatro horas al día. El letrero de la biblioteca decía Biblioteca Vulturi, y el complejo de la iglesia tenía un edificio entero llamado Centro de Vida Familiar Alec Vulturi.

La empresa de neumáticos pertenecía a los Vulturi, y uno de los concesionarios de coches también.

No había ninguna señal que dijera que la policía también era de los Vulturi, pero Edward sospechaba que aquello estaba cerca de la verdad. Encontró con facilidad la comisaría. Estaba en la plaza del pueblo, en un edificio bajo de ladrillo rojo. La acera desde el aparcamiento hasta la puerta principal estaba adornada con azaleas a punto de florecer. Edward abrió la puerta de cristal y vio a un policía en su escritorio, y a una joven vestida de civil junto a la fotocopiadora. Ambos estaban charlando cuando entró Edward.

-Si, señor?- preguntó el oficial.

La joven miró a Edward y dio un respingo.

-Vampiro- dijo con la voz ahogada.

El hombre miró a la chica, y después a Edward con desconcierto. Entonces vio la palidez de Edward por primera vez e irguió los hombros.

-En que puedo ayudarlo, señor?- preguntó

-Quisiera hablar con el sargento Uley- dijo Edward, sonriendo.

-Oh, se retiró- dijo la joven, antes de que el policía pudiera contestar. La etiqueta de identificación del hombre rezaba Peter. No parecía que estuviera muy contento con la intromisión de la chica en su conversación con el vampiro.

-Donde puedo encontrarlo?- preguntó Edward

El oficial Peter le lanzó a la chica una mirada de advertencia, y después sacó un lapicero del cajón de su escritorio para dibujarle un plano a Edward.

-Tuerza a la izquierda en la siguiente señal de stop- le dijo- después siga dos manzanas hacía delante, y encontrará una casa blanca que hace esquina, con las contraventanas de color verde oscuro.

-Quizá se haya marchado- dijo la muchacha de mal humor.

-Charlotte, sabes que todavía no se ha ido.

-He oído que estaba haciendo las maletas.

-No se ha marchado todavía-dijo Peter, y se volvió hacía Edward- Los Uley se están mudando a su casa de Florida.

-Supongo que había llegado el momento que se retirara- dijo Edward, deseoso de averiguar todo lo posible.

-Se jubiló anticipadamente- dijo la chica- se disgustó mucho con el asunto de Isabella Swan

-Charlotte, cállate-dijo el oficial Peter

Edward intentó aparentar indiferencia.

-Muchas gracias-dijo, y se marchó con las indicaciones, preguntándose si llamarían al ex sargento para advertirle de la inminente visita de Edward.



El sargento Uley había recibido una llamada de la comisaría. La luz de la fachada estaba encendida cuando Edward aparcó frente a su modesta casa. Edward no tenía ningún plan para interrogar a un policía retirado. Lo haría todo por instinto. Si Bella había escrito el número de teléfono de aquel hombre en su agenda, entonces eran amigos.

Edward llamó con suavidad a la puerta y abrió un hombre delgado, recién afeitado, de estatura media, con una sonrisa precavida.

-En que pudo ayudarlo?- preguntó

-Es el sargento Uley?

-Si, el mismo

-Me gustaría hablar con usted sobre una amiga en común.

-Tengo una amiga en común con un vampiro?- preguntó Uley, y entonces se dio cuenta de lo que había dicho- discúlpeme, no quería ofenderlo. Por favor, pase.

El hombre no parecía muy seguro de si debía invitar a Edward a su casa, pero se apartó, y Edward entró a un pequeño salón. Había cajas por todas partes, y la casa estaba desnuda. Los muebles seguían allí, pero las paredes estaban vacías.

Había una mujer morena en la puerta de la cocina. Al ver a Edward, le tendió la mano. Tenía una mirada de inteligencia y clavó los ojos en los de Edward. Parecía que no sabía que él podría hacer todo tipo de cosas con una mirada tan directa.

-Me llamo Emily- dijo- disculpe el aspecto de la casa, pero nos marchamos dentro de dos días. Cuando Sam se jubiló, decidimos marcharnos a nuestra casa en Florida. Es de la familia de Sam desde hace muchos años.

Sam estaba observando intensamente a Edward.

-Por favor, siéntese.

Edward se sentó en una butaca, y Sam Uley se acomodó en el sofá.

-Yo voy a lavar los platos- dijo Emily.

Sin embargo, Edward sabía que podía oírlos, si quería.

-Y nuestra amiga común?- preguntó Sam

-Isabella

La expresión de Uley se endureció.

-Quien es usted? Quien lo envía?

-He venido porque quiero averiguar que le ocurrió

-Porque?

-Porque está asustada de algo, y no puedo solucionarlo a menos que sepa de que se trata.

-A mi me parece que si ella quisiera que usted lo supiera, se lo habría dicho.

-Está demasiado asustada.

-Ha venido a preguntarme donde está?

Edward se sorprendió

-No. Ya se donde está. La veo todas las noches.

-No lo creo. Creo que usted es un detective privado. Sabíamos que vendría alguien, más tarde o más temprano, alguien como usted. Por eso nos marchamos del pueblo. Si piensa que puede librarse de nosotros con facilidad, se equivoca-dijo. Entonces, Edward vio que tenía una pistola en el regazo, y que lo estaba apuntando con ella.

-Es fácil darse cuenta de que usted nunca había conocido a un vampiro- dijo Edward

-Por que?

Antes de que Sam pudiera apretar el gatillo, Edward ya tenía la pistola. Dobló el cañón y la tiró hacía atrás.

-Emily!- gritó Sam- Corre!

Se tiró hacía Edward, intentando agarrarlo hasta que Emily pudiera escapar.

Edward inmovilizó al hombre agarrándolo por los brazos.

-Cálmese, señor Uley

Emily apareció en la habitación con un cuchillo de cocina entre las manos. Se movió de atrás hacia delante, sin querer apuñalar a Edward, pero decidida a defender a su marido.

Les caían bien los Uley.

-Por favor, cálmense los dos-dijo

Y quizá la serenidad de su voz y de su postura consiguió tranquilizar al matrimonio. Sam dejó de forcejear, y Emily bajó el cuchillo.

-Ahora se hace llamar Bella- les dijo- va a la universidad y tiene una gata que se llama Nessie

Emily abrió mucho los ojos.

-La conoce-dijo

-Eso puedo saberlo por haberla sometido a vigilancia- dijo Sam, que no estaba tan seguro

-Como la conoció?- preguntó Emily

-Bailo con ella. Trabajamos bailando.

Los Uley intercambiaron una mirada de asombro.

-Que hace antes de salir al escenario?

-Cabeza alta, pecho fuera, hombros erguidos, gran sonrisa, manos bonitas- recitó Edward mostrando una vez más su carismática sonrisa.

Sam Uley asintió.

-Supongo que ya puede soltarme- dijo- como está?

-Está sola. Y la otra noche vio algo que le asustó

-Y que sabe usted sobre ella?

-Se que ha ganado muchos certámenes de belleza, y que ha bailado en muchos concursos. Se que no tiene relación con su familia, pero que tiene un hermano. Se que se está escondiendo.

-Has visto su estómago?

-Las cicatrices, si.

-Sabes como se las hizo?- preguntó Sam

Edward negó con la cabeza.

-Emily, cuéntaselo tú

Emily se sentó en el sofá, junto a su marido. Se agarró las manos con fuerzas en el regazo y comenzó a hablar.

-Yo le di clase en décimo curso- dijo- ya entonces había ganado títulos. Isabella es... muy bella. Y su madre la presionaba y la presionaba. Ella también ganó muchos concursos de belleza, y se casó con Charlie Swan después de estudiar dos años en la universidad, creo. Charlie era un hombre muy guapo, todavía lo es, pero no tiene carácter. Dejó que Renné mandara en casa de manera autoritaria, y en el trabajo permitió que su jefe pisoteara lo que quedaba de su.... hombría.

-Su jefe?

-Marco Vulturi

-La familia que posee todo este pueblo

-Si. Exacto. Charlie trabajaba para ellos. El otro hijo de los Swan, Seth, siempre fue insignificante al lado de su hermana. Es un buen chico, y creo que ha mantenido el contacto con Isabella. Seth se ha marchado a la universidad, y no viene mucho a casa.

-Alec, el hijo de Marco, volvió a su casa por Navidad durante el último curso de sus estudios, hace dos años- prosiguió Sam- habían elegido a Isabella Reina del Desfile de Navidad, e iba montada en un gran trineo, vestida con un traje blanco y una corona brillante. Parecía que había nacido para hacer aquello.

-Es una buena chica- dijo Emily de repente- No estoy diciendo que sea un ángel o una santa, pero Isabella es una joven buena. Y tiene valor, como su madre. No, lo retiro. Su madre tiene carácter fuerte, pero no tiene fibra propia. Su valor pertenece al dios social.

A Sam se le escapó una carcajada de amargura.

-Ese es el dios que rige en las pequeñas ciudades- le dijo a Edward- el que tiene que hacerlo todo correctamente, seguir todas las normas, e irás al cielo. Al cielo social.

-En el que recibes invitaciones para ir a los lugares adecuados, y moverte con la gente adecuada- prosiguió Emily

Edward estaba empezando a notar un zumbido en la cabeza. Lo reconoció: era una cólera intensa.

-Y que ocurrió?- preguntó, aunque estaba seguro de que lo sabía

-Alec le pidió salir a Isabella. Ella solo tenía diecisiete años. Se sintió halagada, emocionada. Él la trato muy bien las dos primeras veces. La tercera vez, la violó.

-Isabella vino aquí- dijo Emily- su madre no le hizo caso, y su padre le dijo que debía de haberse equivocado. Le pidió que no se pusiera mucho perfume ni maquillaje, ni un vestido sexy. Ella era.... fue su primera vez. Estaba destrozada. Sam llamó al jefe de policía de aquel momento. No es que fuera un monstruo, pero no quería perder el puesto de trabajo arrestando a Alec.

-Ella se encerró en casa y no salió en dos semanas- dijo Sam- su madre nos llamó y nos dijo que no contáramos más mentiras sobre los Vulturi. Dijo que Isabella había malinterpretado la situación. Esas fueron sus palabras exactas.

-Después- intervino Emily- Isabella supo que estaba embarazada.

El zumbido que Edward notaba en la cabeza se hizo más intenso, más insistente. Nunca lo había sentido, en cientos de años.

-Llamó a Alec y se lo dijo. Supongo que algo tan grave haría que recuperara el sentido común. Quizá se imaginó que él era violento por culpa de sus padres, o que él haría lo correcto de algún modo. Solo tenía diecisiete años. No se lo que pensó. Tal vez quería que la llevara al médico, no lo se. Ella no quiso decírselo a sus padres.

-Y él decidió ocuparse personalmente- dijo Edward

-Si- respondió Sam- se volvió loco. Normalmente, es capaz de comportarse como una persona normal cuando hay más gente alrededor. Sin embargo, aquella noche no pudo mantener las apariencias. Dejó el coche enfrente de la casa de los Swan, e Isabella salió sin decirles adonde iba a sus padres. Sin embargo, Seth estaba mirando por la ventana, y vio... después de golpearla en la cara varias veces, Alec rompió su botella de soda y la usó para...- se interrumpió Emily. Hubo un largo momento de silencio- Seth salió a tiempo para salvarle la vida a Isabella, golpeando a Alec con su bate de béisbol. Entonces estaba en el equipo de béisbol del instituto.

-La escena en el hospital fue.... puede imaginárselo- dijo Sam con la voz cansada- Isabella perdió al bebé, por supuesto, y sufrió daños considerables y permanentes. Estuvo una temporada en el hospital.

-Nadie podía pasar por alto aquello- dijo Emily con aflicción- pero los Vulturi consiguieron un buen abogado, por supuesto, y él alegó enajenación mental. Aquí, en Pineville, un Vulturi no puede ser condenado. Declararon que había sido enajenación mental transitoria y el juez decretó que pasara una temporada en un sanatorio mental, y ordenó que la familia pagará los gastos médicos de Isabella. También impuso una orden de alejamiento de Alec; no podía acercarse a menos de cien metros ni ponerse en contacto nunca más. Sin embargo, cuando los médicos decidieron que Alec se había estabilizado, pudo salir a la calle a hacer cursos de gestión de la ira y otro tipo de terapias. Eso duró cuatro años- explicó Emily, sacudiendo la cabeza- Aunque no le ha servido de nada.

-Mutiló a Isabella, provocó la muerte de su propio hijo en su útero, y después de una condena para guardar las apariencias lo ponen en libertad- dijo Edward. Cabeceó, con una expresión remota- desde que vivo en América, he admirado su sistema legal. Es mucho mejor que el que conocí cuando era pequeño, en Irlanda, cuando se podía colgar a un niño por robar pan cuando tenía hambre. Pero esto no es mucho mejor.

Los Uley se miraron con vergüenza, como si ellos fueran los responsables de aquella injusticia.

-Ese es otro de los motivos por los que nos mudamos- dijo Sam- más tarde o más temprano, cuando menos lo esperemos, Marco nos hará pagar por apoyar a Isabella. Ella se quedó con nosotros un tiempo cuando estaba convaleciente. No quería ver a sus padres. Seth venía a visitarla. Renné no, y tampoco Charlie.

Edward no expresó su incredulidad, y no hizo ningún comentario sobre el comportamiento de la familia de Isabella. Había visto cosas peores durante su larga vida, pero nunca había visto que le hicieran algo así a alguien que le importara tanto como Isabella Marie Swan.

-Los llama por teléfono?- preguntó Edward

-Si, de vez en cuando. Llama aquí, también solía llamar a la comisaría, para saber si Alec es completamente libre.

-Lo es?

-Si. Después de cuatro años, ya ni siquiera tiene supervisión. Está completamente libre.

-Y vive aquí?

-No. Se marchó enseguida de la ciudad.

-Ella lo ha visto- dijo Edward

-Oh, no. donde?

-En una fiesta en la que estábamos bailando

-Y se acercó a ella?

-No

-Él la vio?- preguntó Emily

-No lo se- dijo Edward lentamente- pero tengo que volver. Ahora.

Sam dijo:

-Espero que tenga pensando ser bueno con ella. Si me entero de lo contrario, iré a buscarlo con una estaca en la mano. Isabella ya ha tenido suficientes problemas.

Edward se puso de pie e hizo una reverencia, de un modo muy anticuado.

-Los veremos en Florida- dijo

Se marchó de Pineville y pisó el acelerador del coche alquilado para tomar un avión que le permitiera llegar a la ciudad a tiempo para encontrar un lugar de descanso diurno. Había un apartamento para vampiros muy cerca del aeropuerto. Llamó con antelación para reservar un ataúd, y subió al avión después de asegurase de que había un espacio de emergencia en la cola, donde podría esperar si salía el sol. Finalmente, todo fue bien, y estaba en una habitación con otros tres ataúdes ocupados cuando amaneció.
 
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