lunes, 28 de enero de 2013

LA DANZA DE LA NOCHE CAPITULO 9



Esta adaptación le pertenece a María del blog “Letras de hielo yfuego”
Espero que os guste y dejéis vuestros comentarios.
Este es el penúltimo capitulo de esta historia y contiene escenas fuertes.

LA DANZA DE LA NOCHE
Summary: El pasado de la bailarina Bella Swan la preparó para enfrentarse a casi todas las situaciones, incluso al hecho de que su pareja de baile, el distante Edward Cullen, fuera un vampiro pelirrojo de trescientos años de edad. Aun así, cuando Bella volvió a sufrir el acoso del hombre de sus pesadillas, le sorprendió comprobar que la única persona en la que podía confiar era Edward...
CAPÍTULO 9:

-Eras criado de un aristócrata?- preguntó ella, y su rostro se iluminó de interés

-Si. Mi familia era muy pobre. Mi padre murió cuando yo tenía once años, así que no pude hacerme cargo de su herrería. Mi madre no sabía que hacer. Éramos cinco hermanos, y ella tuvo que vender el negocio. Tuvimos que mudarnos a una casa más pequeña, y mi hermana mayor, que tenía quince años, tuvo que casarse. Yo tuve que buscar trabajo.

-Pobrecito- dijo Rosalie- dejar tan pequeño el colegio

Él sonrió.

-Lo cierto es que no había colegio para los de mi condición social- dijo- yo sabía leer y escribir, porque me enseñó nuestro sacerdote. Mis hermanas no sabían, porque nadie imaginaba que fueran a necesitarlo- explicó, y frunció el ceño- Deberías comer. No te he traído la comida para que se te quede fría.

Ella giró la cabeza para ocultar la sonrisa, y tomó el tenedor.

-Conseguí trabajo con un caballero que estaba de paso en el pueblo. Su mozo murió de unas fiebres mientras estaban alojadas en la posada, y él me contrató al instante. Yo estaba al servicio de su ayuda de cámara, May. Me fui con ellos cuando volvieron a Inglaterra. El caballero se llamaba sir Jason Jenks, y era un hombre extraño. A mi me parecía extraño.

-Supongo que resultó ser un vampiro

-Si. Si, lo era. Tenía unos hábitos muy peculiares, pero entonces no se cuestionaban a la gente que estaba por encima de ti en la escala social, y menos si era una persona generosa que trataba bien a la gente. Viajaba mucho, además, así que nadie podía preguntarse cosas sobre él durante mucho tiempo, de vez en cuando paraba en su casa de campo durante una temporada. Aquello era maravilloso, porque viajar era muy difícil entonces, muy incómodo.

-Pero, como llegaste a ser su ayudante de cámara? Que le ocurrió a May?

-May había envejecido a su servicio, y cuando yo cumplí dieciocho años, su artritis había empeorado mucho y le dolía caminar. Por compasión, sir Jason le compró una casita en el campo y le concedió una pensión. Y a mi me ascendió. Yo me ocupaba de su ropa, de sus pelucas, de sus necesidades. Lo afeitaba. Cambiaba su ropa blanca, pedía su baño cuando lo deseaba, le limpiaba sus zapatos. Por eso se cuidar de ti- dijo, y le acarició el pelo- Cuando entré en contacto más cercano con sir Jason, entendí que aquel hombre tenía algo más que excentricidad. Sin embargo, yo lo quería por su bondad, y sabía que debía guardar su secreto, tanto por mi bien como por el suyo. Seguimos así, como amo y sirviente, durante muchos años... quizá doce, o quince. Perdí la cuenta de la edad que tenía.

Aquello le pareció muy triste a Bella. Tuvo que bajar la cabeza para que él no viera que se le habían llenado los ojos de lágrimas.

-Más tarde me di cuenta de que bebía un poco de las mujeres con las que se acostaba- dijo Edward- Él les satisfacía mucho, pero al día siguiente, muchas de ellas estaban débiles. En nuestro pequeño vecindario del campo, tenía fama de ser un mujeriego. Sin embargo, él tenía que cambiar de una a otra para que ninguna de ellas tuviera que soportar todas sus necesidades. Estaba mucho más sano cuando íbamos a las ciudades, porque allí podía visitar casas de mala reputación, tanto como quisiera, y podía cazar en los callejones.

-Y que ocurrió?

-La gente del pueblo comenzó a sospechar. Él no envejecía, y en aquella época, todos envejecían muy rápidamente. Perdió dinero, y no podía permitirse el lujo de viajar continuamente, así que tenía que quedarse en la casa de campo. Nunca iba a la iglesia los domingos. No podía salir a la luz del día, por supuesto. Y no llevaba cruz. El cura comenzó a recelar de él, aunque mi amo donaba mucho dinero a la iglesia. La gente también comenzó a evitarme a mí, porque yo era el hombre de sir Jason. Fue un tiempo muy difícil- dijo Edward, y suspiró- Entonces, una noche vinieron a buscarlo, gente del pueblo y el cura. Le dije quien estaba en la puerta, y él me respondió: “Edward, lo siento, pero tengo que comer antes de huir” Y entonces, se abalanzó sobre mí.

Bella había perdido el apetito. Se limpió la boca con la servilleta y posó la mano sobre la de Edward.

-Me dio unos cuantos tragos de su sangre después de haberme vaciado- prosiguió él. Me dijo: “Vive, si tienes valor, chico”. Después, desapareció. La gente echó a bajo la puerta y comenzó a buscarlo por toda la casa, y me encontraron a mi. Creyeron que estaba muerto. Estaba muy pálido, tenía marcas de la mordedura y no oían los latidos de mi corazón. Tampoco podía hablar, por supuesto. Así que me enterraron.

-Oh, Edward.

-Por suerte, me enterraron enseguida. Y en un ataúd podrido, además. Me mantuvieron protegido de la luz del sol, y me resultó fácil romper la tapa cuando me desperté- dijo, y se encogió de hombros- Quería terminar rápidamente con el trabajo, así que la fosa que cavaron para mi no era profunda. Y no dejaron vigilancia en el cementerio para comprobar si me levantaba. Otro golpe de suerte. La gente no sabía tanto de vampiros como cien años después.

-Y que hiciste después de eso?

-Fui a ver a mi novia, una chica del pueblo. Era hija del tendero- dijo, y sonrió ligeramente- Llevaba luto por mi. La vi cuando salió por un cubo de agua. Me di cuenta de que le destrozaría el resto de la vida si me mostraba ante ella. Quizá la impresión la matara, y si no, podía hacerlo yo. Tenía mucha hambre, después de pasar tres días en la tumba. Y no había nadie que pudiera decirme lo que tenía que hacer. Sir Jason se había marchado.

- Y como te las arreglaste?

-La primera vez intenté aguantar demasiado tiempo sin comer. El primer hombre del que me alimenté no sobrevivió. Tampoco el segundo, ni el tercero, ni el cuarto. Tardé en aprender cuando podía beber, y cuando podía aguantar el hambre antes de hacer algo que después pudiera lamentar.

Bella apartó la comida.

-Y volviste a ver a sir Jason?

-Si, lo vi en París, diez años después.

-Como fue?

-Él estaba en una taberna. De nuevo, era un aristócrata bien vestido, amo y señor de todo lo que veía- dijo Edward, en un tono desprovisto de pasión- Siempre le gustó eso.

-Y hablasteis?

-Me senté frente a él y lo miré a los ojos.

-Y que dijo él?

-Ni una palabra. Nos miramos el uno al otro durante un par de minutos. En realidad no había nada que decir. Me levanté y me fui. Aquella noche decidí aprender a bailar. Había bailado danzas rurales cuando era niño, por supuesto. Me gustaba más que ninguna otra cosa, y tenía siglos que llenar. Los hombres bailaban entonces. Casi todos los hombres. Era una habilidad social imprescindible si eras de clase alta, y yo podía pasar de una clase a otra, actuando como sir Jason cuando quería aprender danzas de los grandes salones de baile de los ricos, y como uno de mi clase cuando quería aprender bailes folclóricos.

Ambos se relejaron mientras Edward hablaba de bailar. Bella tomó su tenedor de nuevo y comió un poco. Poco a poco, Edward se fue quedando en silencio, cuando ella estuvo segura de que se había recuperado de la narración de su historia, le dijo:

- Tengo que darle de comer a la gata. Necesito ir a mi departamento

-Pero no puedes quedarte allí- dijo Edward con tirantez

-Entonces, donde?

-Aquí, por supuesto. Conmigo.

Ella hizo un esfuerzo por no mirar a su alrededor en el diminuto apartamento. Probablemente, podría meter sus libros y su ropa en algún sitio, pero tendría que renunciar a todo lo que había adquirido con tanto esfuerzo. Como iba a coordinar sus vidas tan diferentes? Hasta que punto los sentimientos de Edward no eran solo de compasión?

Él interpretó acertadamente su estado de ánimo.

-Vamos por tus cosas. Si no me equivoco, ya has perdido un día de clases. Tendrás que ir mañana si puedes. Que tal caminando?

Bella se movía lentamente, con rigidez. Edward le puso los calcetines y le ató las botas con practicidad, con cuidado, y ella se sintió conmovida.

-Por lo menos, no tengo peluca que debas empolvar- dijo, y sonrió

-Eso fue una gran avance del siglo XX respecto al XVIII- comentó él- El cuidado del pelo y los zapatos. Ahora es mucho mejor.

-El pelo y los zapatos- dijo ella en tono divertido

Pensó en aquello mientras Edward se preparaba, y cuando salieron a la calle, se sentía mucho más alegre. Esperaba tener muchas conversaciones con Edward, en las que él pudiera contarle cosas sobre la ropa, la forma de hablar y las costumbres sociales de la década que había vivido. Seguramente, podría escribir ensayos muy interesantes para el final del semestre.

Le encantaba oír hablar a Edward. Le encantaba que la besara. Le encantaba como le hacía sentir, como una mujer atractiva en la cama. Y adoraba como la sujetaba cuando bailaba, con respeto. Como había ocurrido aquello en tan pocos meses? Cuando se había convertido él en algo tan importante para ella?

Y en aquel momento, caminando a su lado, se sentía feliz. Aunque la vida se hubiera hecho añicos y tuviera el cuerpo dolorido de los golpes, se sentía calmada, estable, porque tenía a Edward. Adoraba todas las pecas de su cara, su cuerpo blanco y fuerte, su boca, su talento para el baile.

Él había hecho cosas maravillosas por ella. Sin embargo, no le había dicho que quería. Pero tenía los ojos fijos en su rostro como si fuera la mujer más bella del mundo, y eso debería ser suficiente. La manera en que le había hecho el amor le daba a entender a Bella que él pensaba que era maravillosa, y eso debería ser suficiente. Tenía la sospecha de que cualquier hombre se reiría de ella por preguntar aquello, pero ella no era un hombre, así que necesitaba oír las palabras sin haberlas pedido.

Al siguiente segundo, una visión inesperada la sacó de su ensimismamiento. Miró automáticamente hacia las ventanas de su apartamento y se llevó una horrible sorpresa.

-La luz de mi casa está encendida- dijo, deteniéndose en seco.

-Te la dejaste encendida anoche?

-No. solo dejo encendida la lamparita de mi mesilla de noche

-Voy a ver- dijo Edward, y cuidadosamente, hizo que ella le soltara el brazo

-Oh, por favor, no vayas a la puerta- dijo Bella- Tal vez te esté esperando

Edward se encogió de hombros

-Si lo prefieres....

Ella se acercó a escondidas al edificio y vio a Edward subiendo por la escalera de incendios. Cuando llegó al piso de Bella, miró por la ventana. Desde abajo, Bella no consiguió verle la cara ni adivinar su expresión.

-Eh, Bella- dijo alguien

Ella se sobresaltó, al darse la vuelta vio que su vecina de enfrente, una artista que se hacía llamar Kachiri, estaba a su lado.

-Que está haciendo ese tipo?- le preguntó a Bella

-Está mirando dentro de mi apartamento- dijo ella

-Y se puede saber que estaba haciendo anoche? Parecía que querías recolocar todos los muebles del piso

-Yo no estuve ayer en casa

Kachiri era una mujer lata, con un peinado al estilo rastafari, y llevaba unas gafas de pasta de color rojo. No era alguien que se asustara de las verdades incómodas

-Entonces es que alguien entró en tu apartamento- dijo- y tu amigo está mirando para ver lo que ha ocurrido?

Bella asintió.

-Debería haber llamado a la policía anoche, cuando oí todo ese ruido- dijo la mujer- Pensaba que estaba haciéndote un favor al no llamar a la policía, pero en vez de eso, estaba siendo la típica vecina de la gran ciudad. Lo siento.

-Me alegro mucho de que no fueras a llamar a mi puerta- dijo Bella

-Oh. Es grave, entonces.

Observaron como Edward bajaba las escaleras de nuevo. No estaba contento.

Edward, aunque no era parlanchín, siempre era amable, así que Bella supo que tenía malas noticias cuando no saludó a Kachiri.

-Será mejor que no subas ahí- le dijo a Bella- dime lo que necesitas y yo te lo bajaré

De repente, Bella supo lo que había ocurrido

-Ha matado a Nessi- dijo con espanto- La ha matado?

-Si

-Pero tengo que....- se dirigió hacia la puerta del edificio, pensando en todas las cosas que necesitaba, en que tenía que encontrar una caja para su mascota, en la pena que sentía.

-No- dijo Edward- No debes subir

-Tengo que enterrarla- insistió Bella, tratando de zafarse de él

-No

Bella lo miró sin entender nada.

-Pero, Edward, tengo que hacerlo.

Kachiri dijo:

-Cariño, tu amigo te está diciendo que no queda mucho que enterrar

Bella apenas pudo aceptar aquello, pero su mente saltó a otras preocupaciones

-Y mis libros? Mis apuntes?- preguntó, intentando asimilar la magnitud del daño

-No utilizables

-Pero si ya llevamos cuatro semanas de este semestre! No voy a poder.... Voy a tener que dejarlo!

Tan solo los libros le habían costado seiscientos dólares. Había comprado la mayor parte de ellos de segunda mano, por supuesto, pero, estando tan adelantado el curso, no iba a encontrar más.

Por lo menos tenía sus zapatos de baile. Algunos pares estaban en la taquilla de Black Moon Entretainment, y el resto en la bolsa que se había llevado a casa de Edward. Bella siguió pensando.

-Y la ropa?- murmuró, antes de que le fallaran las rodillas

-Puedo que quede algo salvable- dijo Edward, aunque no parecía muy convencido, y se agachó a su lado.

-Conozco a unas personas que pueden limpiar el apartamento- dijo Kachiri- Acaban de llegar de África, y necesitan dinero

Aquella era una ayuda inesperada.

-Pero Edward dice que es horrible lo que hay dentro....- dijo Edward, con las mejillas llenas de lágrimas

-Cariño, comparado con las fosas comunes y las carnicerías que han tenido que limpiar en su país, esto será pan comido para ellos.

-Haces bien en darme perspectiva- dijo Bella, e irguió los hombros. No parecía que Kachiri hubiera pretendido tal cosa, pero se mordió el labio y se mantuvo en silencio- Soy tonta. A mi no me encontró en el apartamento, y no he terminado como Nessi

Bella se puso de pie, y consiguió mantenerse durante diez segundos, antes de que el recuerdo de su querida gata la hiciera desmoronarse de nuevo.

-Lo mataré, querida- dijo Edward, abrazándola

-No, Edward – dijo ella- deja que se encargue la ley

-Quieres llamar a la policía

-Deberíamos hacerlo. Habrá dejado huellas

-Y si llevó guantes todo el rato?

-Dejé que se escapara después de haberme golpeado anoche, y que hizo él? Venir aquí, matar a mi gata y destrozar mis cosas. Debería haber llamado a la policía anoche.

Edward no dijo nada, pero su expresión era de escepticismo.

La policía fue mejor, más amable, de lo que Bella esperaba. Sabía lo que significaba eso. Su apartamento debía de estar completamente ensangrentado. Edward le dijo al detective Eric, que él podía indicarle las cosas que faltaban.

-Usted no necesitaba subir- le dijo Eric a Bella- si su amigo puede hacerlo por usted

Edward y Eric subieron al apartamento y Bella se tomó una taza de chocolate caliente que le llevo Kachiri. Bella pensó que había tenido amigos a su alrededor durante todo el tiempo, si se hubiera molestado a mirar.

Cuando Edward apareció de nuevo, con una bolsa de basura llena de ropa que había podido salvar, le dijo a Bella que lo único que había echado en falta con seguridad había sido su agenda

-Estaba mi dirección apuntada?- le preguntó

-No- dijo ella- tal vez tu número de teléfono. Pero yo no sabía donde vivías hasta anoche

-La policía dice que podemos irnos ya. Volvamos a mi casa- le sugirió Edward. Después de una pausa insegura, añadió-: Crees que podrás bailar esta noche? Es demasiado tarde para llamar a Jessica y decirle que consiga una pareja de sustitución

-Bailara esta noche?- preguntó ella, mirándolo mientras caminaba- Oh! Se supone que deberíamos estar en el museo esta noche!

-Baile de salón. Podrás hacerlo?

-Si hay un vestido que pueda ponerme en el estudio, si

Aunque tendría que apartarse de la cabeza el recuerdo de su apartamento destrozado, sería un alivio pensar en otra cosa. Bailarían un vals, harían un número con la canción Puttin'on the Ritz. Habían hecho aquello algunas veces más. Era una sesión que encantaba al público mayor, y era posible que los patronos del museo lo fueran.

-Pidieron que fuéramos nosotros, específicamente- dijo Edward. Sin embargo, frunció el ceño. Como si aquella idea tuviera algo que no le gustaba.

-Entonces tenemos que hacerlo- dijo Bella. Estaba tan embotada que no podía expresar lo que sentía.

Cuando Edward abrió la puerta del estudio, se empeñó en que ella se quedara fuera un instante mientras él comprobaba que no hubiera nadie extraño, y ella obedeció. Después la hizo entrar, observándola con atención, intentando evaluar su capacidad.

-Solo se que necesito dinero. No tengo nada- dijo Bella, y la enormidad de la situación la golpeo de lleno- No tengo nada.

-Me tienes a mi

-Porque?- le preguntó- Por que estás haciendo esto?

-Por que me importas

-Pero- dijo ella, disgustada. Soy tan débil.... Mírame, me estoy desmoronando, como si no pudiera haber previsto que iba a suceder esto. Por que decidí tener una gata? Debería haber sabido que algo así ocurriría.

-Deberías haber sabido que no podías querer algo porque cabía la posibilidad de que te lo quitarán?

-No, debería haber sabido que él iba a matar cualquier cosa que yo quisiera

-Vamos- dijo Edward, en un tono de voz duro- vas a ponerte un vestido bonito, y yo voy a hacer algunas llamadas de teléfono.

El vestido era de color rosa pálido, sin tirantes, y le llegaba hasta los tobillos. En la bolsa de basura, encontró medias y ropa interior del mismo color que el vestido. Su bolsa de zapatos estaba allí, gracias a dios, y dentro había unas sandalias de tacón adecuadas para aquel programa.

Edward, que había terminado de hacer las llamadas, se puso unos pantalones de bailarín y una camisa blanca de manga larga. Después se puso un chaleco negro, y metió sus zapatos de baile en la bolsa de Bella

-Te vas a dejar el pelo suelto?- preguntó Edward- Así está precioso- dijo. Bella casi nunca se dejaba el pelo suelto para una actuación, pero él pensó que el rosa pálido del vestido realzaba su color caoba-Pareces una flor- añadió, con la voz llena de admiración- serías maravillosa fuera cual fuera tu aspecto, pero tu belleza es un añadido.

Ella intentó sonreír, pero fue incapaz de hacerlo.

Estaba demasiado triste como para apreciar el cumplido

-Es agradable oírtelo decir. Tenemos que irnos. No podemos llegar tarde.

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