lunes, 19 de noviembre de 2012

LA DANZA DE LA NOCHE CAPITULO 4



Esta adaptación le pertenece a Maria en su blog “Letras de hielo y fuego”
Espero que os guste y dejéis vuestros comentarios. 

LA DANZA DE LA NOCHE

Summary: El pasado de la bailarina Bella Swan la preparó para enfrentarse a casi todas las situaciones, incluso al hecho de que su pareja de baile, el distante Edward Cullen, fuera un vampiro pelirrojo de trescientos años de edad. Aun así, cuando Bella volvió a sufrir el acoso del hombre de sus pesadillas, le sorprendió comprobar que la única persona en la que podía confiar era Edward...
Adaptación

CAPÍTULO 4:

La música era sobre todo de tambores, y el ritmo era rápido y exigente. Mientras Rachel, Rosalie y Bella mantenían sus posiciones los hombres aparecieron de un salto, y el público emitió exclamaciones de admiración al ver lo alto que podían saltar los vampiros. Edward, Paul y Emmett comenzaron su danza salvaje alrededor de las mujeres. Bella tuvo una buena oportunidad para recuperar el aliento. Sin mover la cabeza, miró hacia el lugar en el que lo había visto. No había nadie que le recordaba a Alec. Quizá solo hubiera sido su imaginación. El alivio la invadió, como si fuera agua dulce y fresca bajando por una garganta sedienta.

Cuando Edward se acercó para levantarla por encima de su cabeza, ella le dedicó una sonrisa resplandeciente. Y mientras él dibujaba un círculo, estampando los pies al suelo al ritmo de los tambores, ella mantuvo perfectamente la colocación del cuerpo, y cuando él la dejó caer en sus brazos, ella arqueó el cuello hacia atrás, esperando con ganas el mordisco. Estaba deseando sentirse mejor, sentir que aquel miedo se borraba por completo.

Aparentemente, él percibió su ansiedad. Antes de que él le hundiera los colmillos en el cuello, Bella notó como le trazaba una línea con la lengua en la piel. Mientras una paz abrumadora inundaba su corazón ansioso, Bella se preguntó si no se estaría haciendo adicta a Edward, una yonki de los vampiros. No quería convertirse en una de aquellas patéticas personas que estaban dispuestas a hacer cualquier cosa para que las mordieran.

El público aplaudió cuando las mujeres se pusieron de pie, mientras los vampiros echaban los brazos hacía atrás para indicar que era el fin de la actuación. La gente observó con avidez las marcas que las mujeres tenían en el cuello. Bella se adelantó con Rosalie y Rachel para hacer una reverencia, y a inclinarse hacia delante, vio a Alec Vulturi otra vez, por el rabillo del ojo. Acaso tenía visiones?

Volvió a esbozar una sonrisa forzada.

Los seis bailarines entraron corriendo a la casa, saludando al público. Tenían que volver al porche con ropa de fiesta en quince minutos. Mientras Mike Newton estaría desmontando el sistema de sonido y cargándolo en la furgoneta, porque iba a empezar a tocar una orquesta.

Cuando se estaban quitando los trajes tropicales, Bella hizo una petición:

-Rosalie, Rachel... os importaría dejaros las pelucas?

Los demás bailarines se detuvieron y la miraron. Rosalie se había puesto unas mallas y se estaba abrochando las sandalias de tacón alto, y Rachel se había dado la vuelta para ponerse unos pantalones de vestir y una camisa de seda. Felix y Dimitri estaban ayudando a Mike a recoger los trajes y el resto de la parafernalia para meterla en la furgoneta.

Sin embargo, todos se quedaron asombrados ante la petición de Bella. Hubo un momento de silencio.

Rosalie y Rachel se miraron.

-Claro, por que no?- dijo Rosalie- No quedará raro. Todas llevamos el mismo traje. También es la misma peluca. Por que no?

-Pero nosotros no vamos a llevar la nuestra- dijo Paul

-No. nosotras estamos muy guapos con las pelucas, pero vosotros estáis muy raros con ellas.

Paul y Emmett sonrieron, porque era cierto, pero Edward seguía mirando a Bella como si, observándola con atención, pudiera leerle el pensamiento.

Minutos después, las tres parejas salieron al porche y comenzaron a bailar al son de la música en vivo. Después de observarlos durante unos minutos, el resto de la gente comenzó a unirse a ellos, y las parejas profesionales se dividieron para bailar con los invitados. Aquella era la parte del trabajo que le resultaba más estresante a Bella. Y se había dado cuenta de que también era la más difícil para su pareja… Edward no disfrutaba charlando con gente que no hubiera elegido él mismo, y estaba muy rígido. Emmett era el favorito de las invitadas femeninas, siempre, y Paul era muy admirado por su belleza de dios griego y por su cortesía. Sin embargo, parecía que Edward atraía y repelía, al mismo tiempo, a cierta clase de mujeres, mujeres que estaban insatisfechas con su vida. Querían tener una experiencia exótica con un hombre misterioso, y nadie era más misterioso que Edward.

Nahuel, el anfitrión, sonrió a Bella. Ella lo tomó de la mano y lo llevó a la pista de baile. Era un hombre agradable y no parecía que quisiera otra cosa que bailar con ella. Comenzaron amoverse junto a Rachel y su pareja, que se había presentado como Billy. Billy era un hombre de unos cincuenta años. Desde el momento en que había tomado a Rachel de la mano, había estado diciendo en voz alta que le encantaría que ella fuera a su hotel después de la fiesta.

-Trabajo para New Moon, no para Black Moon- dijo Rachel, con calma, pero también con énfasis.

-Me estás diciendo que después de una fiesta como esta, te vas a casa, te pones el pijama y te metes en la cama sola?

-Señor Billy, eso es exactamente lo que estoy diciendo- respondió Rachel

Él se quedó callado durante unos instantes, y Bella y el señor Nahuel se miraron con una sonrisa de alivio.

-Entonces, me iré a buscar otra mujer con la que bailar, una que se entregue un poco más a la diversión- dijo Billy

Soltó a Rachel con brusquedad, pero antes de salir del porche, empujó con fuerza a la bailarina.

El empujón fue tan inesperado, tan salvaje, que Rachel no tuvo tiempo de reaccionar. Se tambaleó hacia atrás, y no consiguió recuperar el equilibrio. Bella, moviéndose más deprisa de lo que hubiera creído posible, la agarró a tiempo para que no se golpeara contra el suelo.

En un segundo, Rachel estaba erguida de nuevo, y el señor Nahuel y Edward estaban allí.

Las exclamaciones de varias personas que habían presenciado el pequeño incidente con Billy dieron lugar a un aplauso, cuando Rachel y el señor Nahuel se deslizaron por el porche en un elegante baile.

-Sonríe- dijo Bella

Edward lo había hecho todo muy bien, salvo eso. Mientras bailaba con ella, tenía los labios blancos de furia.

-Si esto hubiera ocurrido hace cien años, los habría matado- dijo él

Entonces, sonrió, y no fue una sonrisa agradable. Ella le vio los colmillos.

Debería haberse sentido horrorizada.

Debería haberse sentido escandalizado.

Debería haberse sentido mortificada.

-Eres un encanto...- murmuró, tal y como había hecho con miles de personas a lo largo de su vida. En aquella ocasión, lo decía en serio. Aunque Edward había evitado la situación, ella no tenía duda de que él hubiera preferido darle un puñetazo a Billy, y le gustaban ambas reacciones.

En cinco minutos terminó su hora de trabajo, y los seis bailarines se despidieron de los invitados y anfitriones. Cansadamente, doblaron los trajes y los guardaron en bolsas para llevar a la tintorería. Estaban agotados, demasiado como para ser pudorosos. Bella vio que Rachel tenía un bonito tatuaje de una mariposa en la nalga, y que Emmett tenía la cicatriz de una operación de apendicitis. Sin embargo, no había nada lascivo en conocerse los unos a los otros de aquel modo. Eran compañeros. Aquella noche los había unido de una manera especial.

Hacía años que Bella no tenía amigos.

Mike estaba esperándolos en la entrada lateral. Las puertas de la furgoneta estaban abiertas, y cuando Bella subió por la parte trasera, Edward la siguió. Los demás miraron a Edward con sorpresa, porque siempre se sentaba él en el asiento delantero, junto a Mike. Después, Rachel detrás de Edward. La fila del medio estaba ocupada por Paul, Rosalie y Emmett; Felix y Dimitri subieron en la parte delantera, con Mike.

Era muy agradable ir sentado sin necesidad de mantener una conversación amable. Bella cerró los ojos mientras el coche recorría el largo camino de salida de la finca. Mientras volvían a la ciudad, pensó que era buena idea mantener los ojos cerrados. Y si pudiera apoyar la cabeza contra algo...
se despertó cuando el vehículo se detuvo y se encendió la luz interior. Bella se estiró y bostezó. Giró la cabeza para examinar su almohada, y se dio cuenta que había estado durmiendo en el hombro de Edward.

Rachel estaba sonriéndole.

-Te quedaste dormida al instante- le dijo alegremente.

-Espero no haber roncado- dijo Bella, intentado mostrarse indiferente ante el hecho de haber importunado a su compañero.

-Tú no, pero Paul si- dijo Emmett. Después salió de la furgoneta y se estiró.

-Solo respiro fuerte- dijo Paul

-Tienes que ser el único vampiro del mundo que se hecha la siesta y ronca- respondió Rosalie, pero para que sus palabras no fueran hirientes, le dio una abrazo.

Bella y Edward se miraron. Los ojos de Edward eran tan impenetrables como siempre. Aunque ella se lo había pasado muy bien con él antes de bailar en la fiesta de los Clerwater, Edward volvía a tener su habitual mirada de misterio.

-Siento que hayas hecho el viaje de vuelta incómodo- dijo ella- No me había dado cuenta de que estuviera tan cansada.

-No ha sido incómodo- respondió él

Bajó de la furgoneta y le tendió una mano para ayudarla a salir. Después, abrió la puerta del estudio y Paul y Emmett empezaron a descargar el equipo de sonido y los bailarines dejaron los trajes en un banco, junto a la oficina de Jessica. Mike se alejó en la furgoneta vacía.

El pequeño grupo se dividió, Rachel y Rosalie se subieron al taxi que habían pedido, y Paul y Emmett decidieron ir al bar Bissonet's, a ver a Kate.

-Por que no vienes, Edward?- le preguntó Paul- Te vendría bien un poco del grupo 0.

-No, gracias.

-Mostrando tu habitual discurso verboso y florido- dijo Paul con una sonrisa

-Acompañaré a Bella a su casa

-Siempre tan caballeroso- intervino Emmett, aunque no con mucho afecto- Algunas veces, Edward, te comportas como si te hubieras tragado el palo de una escoba.

Edward se encogió de hombros. Claramente, no le importaba la opinión de Emmett.

Emmett enseñó los colmillos.

Bella y Paul se miraron. En aquel momento, Bella se dio cuenta de que Paul estaba preocupado por una posible pelea entre los otros dos vampiros, y tomó a Edward por el brazo.

-Ya estoy lista- dijo, y tiró suavemente del él

Los buenos modales de Edward le obligaron a marcharse con ella. Recorrieron las dos primeras manzanas a buen ritmo, y después torcieron a la esquina hacía la parada del autobús.

-Por que te has asustado en el baile?- le preguntó él de repente

Al instante, Bella supo a que se refería: a los segundos anteriores al baile, cuando ella le había parecido ver una cara demasiado familiar. Sin embargo, no podía creer que él hubiera notado su miedo. Ella no había vacilado.

-Como te has dado cuenta?

-Te conozco. Puedo sentir lo que tú sientes.

Bella lo miró. Estaba a la luz de las farolas, y ella lo vio con total claridad. Bella se debatió entre lo que podía decirle sin arriesgarse. Él estaba esperando a que hablara, a que compartiera su carga con él. Sin embargo, ella titubeó. Había perdido la costumbre de confiar en alguien; pero tenía que ser honesta, y reconocer que, cuando estaba con Edward, se sentía segura. Tampoco podía pasar por alto la impaciencia que sentía por pasar tiempo con él. El alivio de miedo, de la preocupación, de la sensación de correr el peligro, era como notar el sol cálido en el rostro.

Él percibía su confianza creciente; Bella lo notaba en su sonrisa. Las comisuras de su labios se giraron hacía arriba, y en sus ojos apareció un brillo cálido.

-Dímelo- le pidió él, con un tono persuasivo.

Si Bella decidió no contárselo, fue por la seguridad de Edward. Él era fuerte, y ella estaba empezando a darse cuenta de que era implacable en lo que ella concernía, pero Edward también era vulnerable durante las horas diurnas. Bella se dejó llevar por otro impulso y lo abrazó. Habló en su pecho.

-No puedo- dijo, y percibió el tono de tristeza de su voz.

Edward se puso rígido en sus brazos. Era demasiado orgulloso como para rogarle algo, Bella lo sabía, y durante el resto del trayecto hasta su apartamento, él se mantuvo en silencio.

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