Esta adaptación le pertenece
a Maria en su blog “Letras de hielo y fuego”
Espero que os guste y dejéis
vuestros comentarios.
LA DANZA
DE LA
NOCHE
Summary:
El pasado de la bailarina Bella Swan la preparó para enfrentarse a casi todas
las situaciones, incluso al hecho de que su pareja de baile, el distante Edward
Cullen, fuera un vampiro pelirrojo de trescientos años de edad. Aun así, cuando
Bella volvió a sufrir el acoso del hombre de sus pesadillas, le sorprendió
comprobar que la única persona en la que podía confiar era Edward...
Adaptación
CAPÍTULO 5:
Pensó que Edward iba a marcharse, ofendido, cuando llegaron a su casa, pero para su sorpresa, se quedó a su lado. Le sostuvo la bolsa mientras ella abría la puerta de su portal, y después subió las escaleras tras ella. Aunque no recordaba haberle pedido que subiera, Bella tampoco le dijo que se marchara. Intentó acordarse de si había hecho la cama aquella mañana, y de si había guardado el camisón.
-Por favor, pasa- le dijo
Conocía la nueva etiqueta tan bien como los demás. Un vampiro necesitaba que lo invitaran a entrar en una casa la primera vez que la visitaba.
La gata de Bella se acercó rápidamente para recibirla, quejándose porque se le había pasado la hora de la cena. La carita negra y blanca del felino se giró hacia Edward con sorpresa. Entonces, la gata se frotó contra sus piernas. Bella echó un vistazo disimulando por todo el departamento. Si, la cama estaba hecha. Retiró su camisón verde de los pies, lo dobló y lo guardó en un cajón de un modo relajado.
-Te presentó a Nessi- le dijo a Edward- espero que te gusten los gatos.
-Mi madre tenía siete gatos, y les puso nombre a todos ellos, para disgusto de mi padre. Ella le dijo que se comía las ratas del establo, y era cierto, pero también les ponía leche, o sobras de comida, cuando las había.
Edward se inclinó para acariciar a Nessi, y la gata lo olisqueó. El olor a vampiro no molestó al animal. Edward le rascó la cabeza, y el animal comenzó a ronronear.
El establo? Sobras de comida? Aquello no parecía muy aristocrático. Sin embargo, Bella pensó que no tenía derecho a hacerle aquellas preguntas a su compañero.
-Te gustaría tomar algo?
Edward se quedó sorprendido.
-Bella, ya sabes que bebo.
-Toma- dijo ella, y le entregó una botella de sangre sintética.
Se había preparado para su visita, porque sabía que iba a ocurrir en algún momento, y había gastado algo del dinero que tenía en hacer que él se sintiera a gusto.
-Gracias- dijo Edward
-De nada. Donde están mis buenos modales? Por favor, quítate la chaqueta y siéntate.
Le señaló la única butaca cómoda que había en la habitación, y ella se sentó en una silla plegable. Estaba intentando encontrar un tema de conversación agradable cuando Edward le dijo:
-Tienes un poco de carmín en el labio inferior.
Se había maquillado mucho para el baile, y ella creía que se había quitado toda la pintura en la finca de los Clearwater. Pensó en lo tonta que debía de parecer con un manchurrón de carmín.
-Discúlpame un segundo- dijo, y entró en el baño
Mientras ella estaba ausente, Edward moviéndose a la velocidad del rayo, tomó su libreta de direcciones, que había visto junto al teléfono.
Se justificó para si, con facilidad, aquel entrometimiento. Bella no quería contarle nada, y él tenía que saber más sobre ella. Edward no se estaba comportando como un aristócrata, eso seguro, pero tenía justificación.
Copió todos los números que pudo en la hoja del cuaderno del material de estudio de Bella. Varios de aquellos números eran de la misma ciudad, Pineville, que tenía un prefijo de Tennessee. Acababa de dejar la libreta en su sitio cuando oyó que se abría la puerta del baño.
-Estás estudiando la historia de mi país- dijo Edward, mientras leía los lomos de los libros de texto que había en el escritorio de Bella.
-Es la historia de Gran Bretaña- dijo ella, intentando no sonreír- pero si, estoy estudiando la historia de Irlanda. Es un curso interesante.
-Hasta que año habéis llegado en ese curso?
-Ahora estamos hablando sobre Michael Collins
-Lo conocí
-Como?
Ella se quedó boquiabierta. Por primera vez, se dio cuenta del peso de los años de que Edward llevaba sobre los hombros, el conocimiento de la historia y de la gente que tenía en la cabeza.
-Lo conociste?
Edward asintió
-Un hombre ferviente, pero no de mi gusto
-Podrías... podrías hablarle a mi clase de tus recuerdos?
Edward se quedó consternado
-Oh, Bella, fue hace mucho tiempo. Y a mi no se me da muy bien agradar al público.
-Eso no es cierto- respondió ella, y añadió en silencio: “A mi me agradas”- Lo pensarás, por favor? Mi profesora se pondría eufórica. Le vuelve loca todo aquello que tenga que ver con Irlanda.
-Oh, y de donde es?
-De Oklahoma
-Bastante lejos de Irlanda
-Quieres tomar algo más?
-No- dijo él, y al mirar la botella, se sorprendió, porque la había consumido entera- Tengo que marcharme para que puedas dormir un poco. Tienes clase mañana?
-No, es sábado. Puedo dormir hasta tarde.
-Yo también
Edward acababa de hacer una broma, y Bella se rió
-Entonces duermes en una cama normal?- le preguntó- O en un ataúd?
-En mi apartamento tengo una cama normal, porque la habitación es a prueba de luz diurna. Y tengo un par de sitios en la ciudad donde puedo alojarme si estoy demasiado lejos de casa cuando se acerca el amanecer. Como hostales para vampiros. En esos lugares tienen ataúdes para dormir. Es más cómodo.
Bella y Edward se pusieron de pie. Ella tomó la botella vacía de su mano y se inclinó hacía atrás para ponerla junto al fregadero. De repente, el silencio se hizo significativo, y a Bella se le aceleró el pulso.
-Ahora voy a darte un beso de buenas noches- dijo Edward
En un solo paso estaba frente a ella, con la mano detrás de su cabeza y los dedos extendidos para mantenerla en la posición correcta. De repente, su boca estaba sobre la de Bella, y después de un momento en el que ella permaneció inmóvil, él tocó con la lengua la separación de sus labios. Bella los separó.
Le resultó extraño que la boca de Edward estuviera fría; y también le resultó extraño el mero hecho de besar a Edward. Por fin estaba segura de que el interés que demostraba Edward por ella era el interés de un hombre por una mujer. Y para ser un hombre frío, sabía besar apasionadamente.
-Edward- susurró, apartándose un poco.
-Que?- le preguntó él, en voz baja
-No deberíamos...
-Isabella
El mero hecho de que usara su nombre consiguió embriagar a Bella. Cuando volvió a besarla, ella sintió únicamente excitación. Estaba más cómoda con aquel vampiro de lo que hubiera estado nunca con cualquier hombre. Sin embargo, el tirón que sintió en la parte baja del cuerpo cuando sus lenguas se tocaron no era una sensación precisamente cómoda. Deslizó los brazos por su cuello y se abandonó al beso. Cuando Bella sintió el cuerpo de Edward ceñido contra el suyo, supo que él encontraba su contacto igualmente excitante.
La boca de Edward viajó por su cuello. Él lamió el lugar donde la mordía normalmente. El cuerpo de Bella se flexionó hacia el de Edward, involuntariamente.
-Isabella- susurró él contra su oído- a quien viste para asustarte tanto?
Fue como si le hubieran echado un cubo de agua fría por la cabeza. Bella se cerró por completo. Lo empujó violentamente para apartarlo de si.
-Has hecho esto para satisfacer tu curiosidad? Has pensado que podías engatusarme y que yo contestaría a todas tus preguntas?
-Oh, por supuesto- respondió él, con el tono frío de cólera- es mi técnica de interrogatorio.
Bella se tapó la cara con las manos, tan solo para tener un minuto de privacidad. Él se estaba comportando como si ella fuera la persona poco razonable, como si todos los detalles de su corta existencia deberían pertenecerle.
Alguien llamó a la puerta.
Se miraron, ella con sorpresa, él con una pregunta en los ojos. Bella negó con la cabeza. No esperaba a nadie.
Bella se acercó a la puerta lentamente y se inclinó a la mirilla. Edward se colocó justo detrás de ella, moviéndose tan silenciosamente como solo los vampiros podían moverse, cuando bella quitó la cadena de la puerta y la abrió. En el umbral estaban Emmett y Kate. Entre los dos, torpemente, sujetaban al compañero de Kate, Elezar. Elezar le sangraba profundamente la pierna izquierda. El vampiro tenía los ojos muy abiertos, enormes.
Emmett estaba mirando a Bella. Cuando se dio cuenta de que Edward estaba tras ella, se quedó muy sorprendido.
-Oh, pasad, entrar con él!- exclamó Bella, horrorizada- Que ha ocurrido?- preguntó mientras cerraba la puerta.
Kate estaba sollozando.
Fue por culpa mía- dijo- Emmett y Paul vinieron al bar. Elezar ya estaba allí, y había discutido con ese idiota...
Mientras intentaba contárselo a Bella, ayudaba a Elezar a tumbarse sobre la cama. Emmett no estaba ayudando tanto como debería.
Edward sacó una toalla del baño, y la extendió sobre la cama de Bella antes de que posaran la pierna de Elezar en el colchón. Kate se arrodilló y le alzó ambas piernas. Elezar gimió.
-Han sido los de la Fraternidad- dijo Emmett, mientras Kate le quitaba el cinturón a Elezar y comenzaba a bajarle los pantalones empapados en sangre.
-Hace unos noches, rechacé a un tipo en el bar-dijo Kate- me daba miedo. Entonces, averiguó que yo trabajaba para Black Moon, que había actuado con Elezar en un espectáculo... y me estaba esperando esta noche...
-Tranquila- le dijo Bella para calmarla- Vas a hiperventilar, Kate. Mira, ve a lavarte la cara y trae una botella de sangre para Elezar, porque necesita tomar un poco de sangre. Se va a poner bien.
Sollozando, Kate fue al baño.
-Ese hombre decidió atacar hoy a Kate, y Elezar intervino?- le preguntó Edward a Emmett, en voz baja.
Bella escuchaba la conversación mientras presionaba la herida de Elezar con un trapo de cocina limpio. Enrojeció rápidamente. No estaba tan serena como había parecido. De hecho, le temblaban las manos.
-A Elezar le gusta ella, y es su compañera- dijo Emmett, como si la intervención de Elezar mereciera una justificación- Paul se había marchado ya, y Elezar y yo salimos justo en el momento de la agresión. Ese desgraciado tenía a Kate agarrada por el cuello, pero la soltó y fue a por Elezar muy rápidamente, con un cuchillo.
-En la calle, o en el bar?
-Detrás del bar, en el callejón.
-Donde está el cadáver?
Bella se pusó tensa. Le fallaron las manos un instante, y la hemorragia se reanudó. Volvió a apretar con fuerza.
-Lo llevé por encima de los tejados y lo dejé en un callejón, tres calles más allá. Elezar no le mordió. Solo lo golpeó una vez.
Bella sabía que nadie estaba pensando en llamar la policía. Además, ella sabía que no era muy probable que el sistema legal les proporcionara justicia.
-Se curará más rápidamente si puede tomar sangre de verdad, verdad?- preguntó, y vaciló- le doy un poco?- intentó mantener la voz firme.
Apenas había cruzado diez palabras con Elezar, era muy musculoso y muy alto. Tenía el pelo negro, largo y rizado, y llevaba un pendiente de oro. Ella sabía que Rachel y Rosalie, que a Elezar lo contrataban a menudo para desnudarse en las despedidas de soltera, y para actuar con Kate en clubes privados. En su otra vida, Bella habría cruzado de acera para evitar a Elezar. En aquel momento se estaba subiendo la manga del jersey para ofrecerle la muñeca.
-No- dijo Edward
Él se remangó, y ella lo miró con los labios fruncidos de irritación. Quizá hubiera sentido un ápice de alivio, pero Edward no tenía derecho a dirigir su vida.
Kate había salido del baño, con el aspecto de estar mucho más fresca.
-Deja que Edward le dé la sangre, Bella- dijo, interpretando correctamente la expresión de Bella- No lo debilitará, como te ocurriría a ti. Si Edward no quiere, lo haré yo.
Elezar, que había estado siguiendo la conversación un poco, intervino:
-No, Kate. Ya te he mordido tres veces esta semana.
Sin más dilación, Edward se arrodilló junto a la cama y le ofreció la muñeca a Elezar. Elezar agarró el brazo de Edward con ambas manos y mordió. Todos observaron como se movía la boca contra la piel de Edward.
-Edward, que sorpresa me has dado, chico, al encontrarte visitando a la dama aquí, a estas horas- dijo Emmett, intentando imitar el acento irlandés, sin éxito. Se fijó en la botella de sangre vacía que había junto al fregadero- Y ella estaba preparada para tu llegada.
-Oh, cállate, Emmett- dijo Bella, que estaba demasiado cansada como para pensar en ser amable. En cuanto Edward termine su.. eh.. donación, podréis marcharos todos, salvo Elezar. Él puede quedarse a descansar hasta que se encuentre lo suficiente bien como para irse.
Después de unos minutos, Elezar apartó el brazo de Edward y Edward se bajó la manga sobre la muñeca. Con cuidado, tomó su chaqueta y se la puso por encima del brazo.
-Buenas noches, querida- le dijo a Bella, y le dio un beso rápido en la mejilla- echa a Elezar después de un par de horas. Entonces estará bien.
-Yo me quedo- dijo Kate- lo han herido por mi, después de todo.
Edward se mostró aliviado. Emmett, contrariado.
-Bueno, entonces, me largo- dijo, y Kate le dio las gracias amablemente por haberla ayudado con Elezar. Inesperadamente, él le dijo, con generosidad, que no tenía por que agradecerle nada.
-Ensayaremos el domingo por la noche- le dijo Edward a Bella, con la mano en el pomo de la puerta- podrás estar allí a las ocho?
Había estado haciendo planes para la noche del sábado, mientras Elezar se alimentaba de su muñeca.
-Se me había olvidado decíroslo...- dijo Emmett- Jessica me dejó un mensaje en el contestador. Tenemos reunión el domingo a las siete de la tarde.
A las siete de la tarde ya habría oscurecido, así que los vampiros podrían asistir.
-De acuerdo- dijo Bella
Emmett se despidió
-Buenas noches, Bella, Kate. Que te recuperes, Elezar.
-Buenas noches a todos- se despidió Bella
Después cerró la puerta. Tenía otra botella de sangre sintética, y se la entregó Elezar. Se sentó en la butaca mientras Kate se sentaba en la cama junto a Elezar. Él se tomó la botella de sangre poco a poco. Bella intentó mantenerse despierta, pero cuando abrió los ojos, se dio cuenta que habían pasado dos horas, y que la cama estaba vacía. La toalla ensangrentada estaba en la bañera, aclarándose en agua fría, y las botellas vacías estaban en la basura.
Bella se sitió aliviada.
-Tú y yo, Nessi- le dijo a su gata, que había salido de su escondite una vez que todo el mundo se hubo marchado.
Bella se acostó y la gata se subió a la cama, a sus pies. Bella estaba muy cansada, pero también agitada. Después de todo, había un humano muerto por ahí. Creyó que se iba a sentir culpable, pero no ocurrió así. Bella sabía que si Kate hubiera estado sola, habría sido ella la asesinada y abandonada en la calle.
“Ya lo he experimentado” se dijo Bella con frialdad “Y tengo esa asquerosa cicatriz para demostrarlo”.
En cuanto en la impresión que se había llevado en la casa de los Clearwater, al ver la cara que temía más que a ninguna otra, se inclinaba por pensar que lo imaginaba todo. Él se habría asegurado de que ella lo viera si hubiera sabido que estaba allí. Habría ido a por ella de nuevo.
Había jurado que lo haría.
Sin embargo, era gracioso que hubiera creído verlo aquella noche, de entre todas las noches posibles. Al principio se lo imaginaba por todas partes, por mucho que hubiera llamado a la comisaría para asegurarse de que él seguía en el hospital. Quizá fuera hora de llamar a Sam Uley una vez más.
Se imaginó a Edward tumbado en un ataúd y sonrió mientras se quedaba dormida.
En realidad, Edward estaba en la carretera.
Tenía la sensación que estaba haciendo algo malo, al investigar así la vida de Bella, a sus espaldas. Pero de todos modos iba a hacerlo. Llegaría a Pineville aquella noche, encontraría un sitio en el que protegerse de la luz del día hasta la noche siguiente y entonces comenzaría sus pesquisas.
Edward sabía el miedo de Bella era profundo que ni siquiera quería hablar con él. Y una vez que había decidido que Bella era asunto suyo, averiguaré que era lo que le provocaba aquel miedo se había convertido en su misión. Su forma de ser había cambiado en algunos sentidos con el paso de los siglos, pero el modo en que se había criado hacía que tuviera profundamente arraigada la convicción de que, si un hombre consideraba a una mujer de su familia, o su compañera, tenía que protegerla.
Pero como iba a proteger a Bella si ni siquiera sabía cual era su amenaza?
Mientras Bella se levantaba tarde, desayunaba tranquilamente y comenzaba a limpiar el apartamento y a lavar la ropa, Edward había encontrado un motel con una habitación especial para vampiros en una de las salidas de la autopista interestatal, antes de llegar a Pineville.
Tuvo la impresión de que aquella era la primera vez que el recepcionista le daba la habitación a un vampiro. Era una estancia sin ventanas, con dos puertas alineadas, ambas con pesadas cerraduras, y en la que había dos ataúdes juntos, en el suelo. Había un pequeño refrigerador en una esquina, con varias botellas de sangre sintética. El baño era minimalista. Los ataúdes eran nuevos, y el acolchado interior muy suave. Edward había pagado una cantidad excesiva por aquel alojamiento tan espartano, y suspiró mientras se desvestía para acostarse en el ataúd más grande. Antes de tumbarse, comprobó que la puerta interior estaba cerrada con todas las cerraduras. Después colocó la tapa del ataúd, segundos antes de sentir que había salido el sol.
Entonces, murió.
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Pensó que Edward iba a marcharse, ofendido, cuando llegaron a su casa, pero para su sorpresa, se quedó a su lado. Le sostuvo la bolsa mientras ella abría la puerta de su portal, y después subió las escaleras tras ella. Aunque no recordaba haberle pedido que subiera, Bella tampoco le dijo que se marchara. Intentó acordarse de si había hecho la cama aquella mañana, y de si había guardado el camisón.
-Por favor, pasa- le dijo
Conocía la nueva etiqueta tan bien como los demás. Un vampiro necesitaba que lo invitaran a entrar en una casa la primera vez que la visitaba.
La gata de Bella se acercó rápidamente para recibirla, quejándose porque se le había pasado la hora de la cena. La carita negra y blanca del felino se giró hacia Edward con sorpresa. Entonces, la gata se frotó contra sus piernas. Bella echó un vistazo disimulando por todo el departamento. Si, la cama estaba hecha. Retiró su camisón verde de los pies, lo dobló y lo guardó en un cajón de un modo relajado.
-Te presentó a Nessi- le dijo a Edward- espero que te gusten los gatos.
-Mi madre tenía siete gatos, y les puso nombre a todos ellos, para disgusto de mi padre. Ella le dijo que se comía las ratas del establo, y era cierto, pero también les ponía leche, o sobras de comida, cuando las había.
Edward se inclinó para acariciar a Nessi, y la gata lo olisqueó. El olor a vampiro no molestó al animal. Edward le rascó la cabeza, y el animal comenzó a ronronear.
El establo? Sobras de comida? Aquello no parecía muy aristocrático. Sin embargo, Bella pensó que no tenía derecho a hacerle aquellas preguntas a su compañero.
-Te gustaría tomar algo?
Edward se quedó sorprendido.
-Bella, ya sabes que bebo.
-Toma- dijo ella, y le entregó una botella de sangre sintética.
Se había preparado para su visita, porque sabía que iba a ocurrir en algún momento, y había gastado algo del dinero que tenía en hacer que él se sintiera a gusto.
-Gracias- dijo Edward
-De nada. Donde están mis buenos modales? Por favor, quítate la chaqueta y siéntate.
Le señaló la única butaca cómoda que había en la habitación, y ella se sentó en una silla plegable. Estaba intentando encontrar un tema de conversación agradable cuando Edward le dijo:
-Tienes un poco de carmín en el labio inferior.
Se había maquillado mucho para el baile, y ella creía que se había quitado toda la pintura en la finca de los Clearwater. Pensó en lo tonta que debía de parecer con un manchurrón de carmín.
-Discúlpame un segundo- dijo, y entró en el baño
Mientras ella estaba ausente, Edward moviéndose a la velocidad del rayo, tomó su libreta de direcciones, que había visto junto al teléfono.
Se justificó para si, con facilidad, aquel entrometimiento. Bella no quería contarle nada, y él tenía que saber más sobre ella. Edward no se estaba comportando como un aristócrata, eso seguro, pero tenía justificación.
Copió todos los números que pudo en la hoja del cuaderno del material de estudio de Bella. Varios de aquellos números eran de la misma ciudad, Pineville, que tenía un prefijo de Tennessee. Acababa de dejar la libreta en su sitio cuando oyó que se abría la puerta del baño.
-Estás estudiando la historia de mi país- dijo Edward, mientras leía los lomos de los libros de texto que había en el escritorio de Bella.
-Es la historia de Gran Bretaña- dijo ella, intentando no sonreír- pero si, estoy estudiando la historia de Irlanda. Es un curso interesante.
-Hasta que año habéis llegado en ese curso?
-Ahora estamos hablando sobre Michael Collins
-Lo conocí
-Como?
Ella se quedó boquiabierta. Por primera vez, se dio cuenta del peso de los años de que Edward llevaba sobre los hombros, el conocimiento de la historia y de la gente que tenía en la cabeza.
-Lo conociste?
Edward asintió
-Un hombre ferviente, pero no de mi gusto
-Podrías... podrías hablarle a mi clase de tus recuerdos?
Edward se quedó consternado
-Oh, Bella, fue hace mucho tiempo. Y a mi no se me da muy bien agradar al público.
-Eso no es cierto- respondió ella, y añadió en silencio: “A mi me agradas”- Lo pensarás, por favor? Mi profesora se pondría eufórica. Le vuelve loca todo aquello que tenga que ver con Irlanda.
-Oh, y de donde es?
-De Oklahoma
-Bastante lejos de Irlanda
-Quieres tomar algo más?
-No- dijo él, y al mirar la botella, se sorprendió, porque la había consumido entera- Tengo que marcharme para que puedas dormir un poco. Tienes clase mañana?
-No, es sábado. Puedo dormir hasta tarde.
-Yo también
Edward acababa de hacer una broma, y Bella se rió
-Entonces duermes en una cama normal?- le preguntó- O en un ataúd?
-En mi apartamento tengo una cama normal, porque la habitación es a prueba de luz diurna. Y tengo un par de sitios en la ciudad donde puedo alojarme si estoy demasiado lejos de casa cuando se acerca el amanecer. Como hostales para vampiros. En esos lugares tienen ataúdes para dormir. Es más cómodo.
Bella y Edward se pusieron de pie. Ella tomó la botella vacía de su mano y se inclinó hacía atrás para ponerla junto al fregadero. De repente, el silencio se hizo significativo, y a Bella se le aceleró el pulso.
-Ahora voy a darte un beso de buenas noches- dijo Edward
En un solo paso estaba frente a ella, con la mano detrás de su cabeza y los dedos extendidos para mantenerla en la posición correcta. De repente, su boca estaba sobre la de Bella, y después de un momento en el que ella permaneció inmóvil, él tocó con la lengua la separación de sus labios. Bella los separó.
Le resultó extraño que la boca de Edward estuviera fría; y también le resultó extraño el mero hecho de besar a Edward. Por fin estaba segura de que el interés que demostraba Edward por ella era el interés de un hombre por una mujer. Y para ser un hombre frío, sabía besar apasionadamente.
-Edward- susurró, apartándose un poco.
-Que?- le preguntó él, en voz baja
-No deberíamos...
-Isabella
El mero hecho de que usara su nombre consiguió embriagar a Bella. Cuando volvió a besarla, ella sintió únicamente excitación. Estaba más cómoda con aquel vampiro de lo que hubiera estado nunca con cualquier hombre. Sin embargo, el tirón que sintió en la parte baja del cuerpo cuando sus lenguas se tocaron no era una sensación precisamente cómoda. Deslizó los brazos por su cuello y se abandonó al beso. Cuando Bella sintió el cuerpo de Edward ceñido contra el suyo, supo que él encontraba su contacto igualmente excitante.
La boca de Edward viajó por su cuello. Él lamió el lugar donde la mordía normalmente. El cuerpo de Bella se flexionó hacia el de Edward, involuntariamente.
-Isabella- susurró él contra su oído- a quien viste para asustarte tanto?
Fue como si le hubieran echado un cubo de agua fría por la cabeza. Bella se cerró por completo. Lo empujó violentamente para apartarlo de si.
-Has hecho esto para satisfacer tu curiosidad? Has pensado que podías engatusarme y que yo contestaría a todas tus preguntas?
-Oh, por supuesto- respondió él, con el tono frío de cólera- es mi técnica de interrogatorio.
Bella se tapó la cara con las manos, tan solo para tener un minuto de privacidad. Él se estaba comportando como si ella fuera la persona poco razonable, como si todos los detalles de su corta existencia deberían pertenecerle.
Alguien llamó a la puerta.
Se miraron, ella con sorpresa, él con una pregunta en los ojos. Bella negó con la cabeza. No esperaba a nadie.
Bella se acercó a la puerta lentamente y se inclinó a la mirilla. Edward se colocó justo detrás de ella, moviéndose tan silenciosamente como solo los vampiros podían moverse, cuando bella quitó la cadena de la puerta y la abrió. En el umbral estaban Emmett y Kate. Entre los dos, torpemente, sujetaban al compañero de Kate, Elezar. Elezar le sangraba profundamente la pierna izquierda. El vampiro tenía los ojos muy abiertos, enormes.
Emmett estaba mirando a Bella. Cuando se dio cuenta de que Edward estaba tras ella, se quedó muy sorprendido.
-Oh, pasad, entrar con él!- exclamó Bella, horrorizada- Que ha ocurrido?- preguntó mientras cerraba la puerta.
Kate estaba sollozando.
Fue por culpa mía- dijo- Emmett y Paul vinieron al bar. Elezar ya estaba allí, y había discutido con ese idiota...
Mientras intentaba contárselo a Bella, ayudaba a Elezar a tumbarse sobre la cama. Emmett no estaba ayudando tanto como debería.
Edward sacó una toalla del baño, y la extendió sobre la cama de Bella antes de que posaran la pierna de Elezar en el colchón. Kate se arrodilló y le alzó ambas piernas. Elezar gimió.
-Han sido los de la Fraternidad- dijo Emmett, mientras Kate le quitaba el cinturón a Elezar y comenzaba a bajarle los pantalones empapados en sangre.
-Hace unos noches, rechacé a un tipo en el bar-dijo Kate- me daba miedo. Entonces, averiguó que yo trabajaba para Black Moon, que había actuado con Elezar en un espectáculo... y me estaba esperando esta noche...
-Tranquila- le dijo Bella para calmarla- Vas a hiperventilar, Kate. Mira, ve a lavarte la cara y trae una botella de sangre para Elezar, porque necesita tomar un poco de sangre. Se va a poner bien.
Sollozando, Kate fue al baño.
-Ese hombre decidió atacar hoy a Kate, y Elezar intervino?- le preguntó Edward a Emmett, en voz baja.
Bella escuchaba la conversación mientras presionaba la herida de Elezar con un trapo de cocina limpio. Enrojeció rápidamente. No estaba tan serena como había parecido. De hecho, le temblaban las manos.
-A Elezar le gusta ella, y es su compañera- dijo Emmett, como si la intervención de Elezar mereciera una justificación- Paul se había marchado ya, y Elezar y yo salimos justo en el momento de la agresión. Ese desgraciado tenía a Kate agarrada por el cuello, pero la soltó y fue a por Elezar muy rápidamente, con un cuchillo.
-En la calle, o en el bar?
-Detrás del bar, en el callejón.
-Donde está el cadáver?
Bella se pusó tensa. Le fallaron las manos un instante, y la hemorragia se reanudó. Volvió a apretar con fuerza.
-Lo llevé por encima de los tejados y lo dejé en un callejón, tres calles más allá. Elezar no le mordió. Solo lo golpeó una vez.
Bella sabía que nadie estaba pensando en llamar la policía. Además, ella sabía que no era muy probable que el sistema legal les proporcionara justicia.
-Se curará más rápidamente si puede tomar sangre de verdad, verdad?- preguntó, y vaciló- le doy un poco?- intentó mantener la voz firme.
Apenas había cruzado diez palabras con Elezar, era muy musculoso y muy alto. Tenía el pelo negro, largo y rizado, y llevaba un pendiente de oro. Ella sabía que Rachel y Rosalie, que a Elezar lo contrataban a menudo para desnudarse en las despedidas de soltera, y para actuar con Kate en clubes privados. En su otra vida, Bella habría cruzado de acera para evitar a Elezar. En aquel momento se estaba subiendo la manga del jersey para ofrecerle la muñeca.
-No- dijo Edward
Él se remangó, y ella lo miró con los labios fruncidos de irritación. Quizá hubiera sentido un ápice de alivio, pero Edward no tenía derecho a dirigir su vida.
Kate había salido del baño, con el aspecto de estar mucho más fresca.
-Deja que Edward le dé la sangre, Bella- dijo, interpretando correctamente la expresión de Bella- No lo debilitará, como te ocurriría a ti. Si Edward no quiere, lo haré yo.
Elezar, que había estado siguiendo la conversación un poco, intervino:
-No, Kate. Ya te he mordido tres veces esta semana.
Sin más dilación, Edward se arrodilló junto a la cama y le ofreció la muñeca a Elezar. Elezar agarró el brazo de Edward con ambas manos y mordió. Todos observaron como se movía la boca contra la piel de Edward.
-Edward, que sorpresa me has dado, chico, al encontrarte visitando a la dama aquí, a estas horas- dijo Emmett, intentando imitar el acento irlandés, sin éxito. Se fijó en la botella de sangre vacía que había junto al fregadero- Y ella estaba preparada para tu llegada.
-Oh, cállate, Emmett- dijo Bella, que estaba demasiado cansada como para pensar en ser amable. En cuanto Edward termine su.. eh.. donación, podréis marcharos todos, salvo Elezar. Él puede quedarse a descansar hasta que se encuentre lo suficiente bien como para irse.
Después de unos minutos, Elezar apartó el brazo de Edward y Edward se bajó la manga sobre la muñeca. Con cuidado, tomó su chaqueta y se la puso por encima del brazo.
-Buenas noches, querida- le dijo a Bella, y le dio un beso rápido en la mejilla- echa a Elezar después de un par de horas. Entonces estará bien.
-Yo me quedo- dijo Kate- lo han herido por mi, después de todo.
Edward se mostró aliviado. Emmett, contrariado.
-Bueno, entonces, me largo- dijo, y Kate le dio las gracias amablemente por haberla ayudado con Elezar. Inesperadamente, él le dijo, con generosidad, que no tenía por que agradecerle nada.
-Ensayaremos el domingo por la noche- le dijo Edward a Bella, con la mano en el pomo de la puerta- podrás estar allí a las ocho?
Había estado haciendo planes para la noche del sábado, mientras Elezar se alimentaba de su muñeca.
-Se me había olvidado decíroslo...- dijo Emmett- Jessica me dejó un mensaje en el contestador. Tenemos reunión el domingo a las siete de la tarde.
A las siete de la tarde ya habría oscurecido, así que los vampiros podrían asistir.
-De acuerdo- dijo Bella
Emmett se despidió
-Buenas noches, Bella, Kate. Que te recuperes, Elezar.
-Buenas noches a todos- se despidió Bella
Después cerró la puerta. Tenía otra botella de sangre sintética, y se la entregó Elezar. Se sentó en la butaca mientras Kate se sentaba en la cama junto a Elezar. Él se tomó la botella de sangre poco a poco. Bella intentó mantenerse despierta, pero cuando abrió los ojos, se dio cuenta que habían pasado dos horas, y que la cama estaba vacía. La toalla ensangrentada estaba en la bañera, aclarándose en agua fría, y las botellas vacías estaban en la basura.
Bella se sitió aliviada.
-Tú y yo, Nessi- le dijo a su gata, que había salido de su escondite una vez que todo el mundo se hubo marchado.
Bella se acostó y la gata se subió a la cama, a sus pies. Bella estaba muy cansada, pero también agitada. Después de todo, había un humano muerto por ahí. Creyó que se iba a sentir culpable, pero no ocurrió así. Bella sabía que si Kate hubiera estado sola, habría sido ella la asesinada y abandonada en la calle.
“Ya lo he experimentado” se dijo Bella con frialdad “Y tengo esa asquerosa cicatriz para demostrarlo”.
En cuanto en la impresión que se había llevado en la casa de los Clearwater, al ver la cara que temía más que a ninguna otra, se inclinaba por pensar que lo imaginaba todo. Él se habría asegurado de que ella lo viera si hubiera sabido que estaba allí. Habría ido a por ella de nuevo.
Había jurado que lo haría.
Sin embargo, era gracioso que hubiera creído verlo aquella noche, de entre todas las noches posibles. Al principio se lo imaginaba por todas partes, por mucho que hubiera llamado a la comisaría para asegurarse de que él seguía en el hospital. Quizá fuera hora de llamar a Sam Uley una vez más.
Se imaginó a Edward tumbado en un ataúd y sonrió mientras se quedaba dormida.
En realidad, Edward estaba en la carretera.
Tenía la sensación que estaba haciendo algo malo, al investigar así la vida de Bella, a sus espaldas. Pero de todos modos iba a hacerlo. Llegaría a Pineville aquella noche, encontraría un sitio en el que protegerse de la luz del día hasta la noche siguiente y entonces comenzaría sus pesquisas.
Edward sabía el miedo de Bella era profundo que ni siquiera quería hablar con él. Y una vez que había decidido que Bella era asunto suyo, averiguaré que era lo que le provocaba aquel miedo se había convertido en su misión. Su forma de ser había cambiado en algunos sentidos con el paso de los siglos, pero el modo en que se había criado hacía que tuviera profundamente arraigada la convicción de que, si un hombre consideraba a una mujer de su familia, o su compañera, tenía que protegerla.
Pero como iba a proteger a Bella si ni siquiera sabía cual era su amenaza?
Mientras Bella se levantaba tarde, desayunaba tranquilamente y comenzaba a limpiar el apartamento y a lavar la ropa, Edward había encontrado un motel con una habitación especial para vampiros en una de las salidas de la autopista interestatal, antes de llegar a Pineville.
Tuvo la impresión de que aquella era la primera vez que el recepcionista le daba la habitación a un vampiro. Era una estancia sin ventanas, con dos puertas alineadas, ambas con pesadas cerraduras, y en la que había dos ataúdes juntos, en el suelo. Había un pequeño refrigerador en una esquina, con varias botellas de sangre sintética. El baño era minimalista. Los ataúdes eran nuevos, y el acolchado interior muy suave. Edward había pagado una cantidad excesiva por aquel alojamiento tan espartano, y suspiró mientras se desvestía para acostarse en el ataúd más grande. Antes de tumbarse, comprobó que la puerta interior estaba cerrada con todas las cerraduras. Después colocó la tapa del ataúd, segundos antes de sentir que había salido el sol.
Entonces, murió.
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