sábado, 1 de octubre de 2011

RELATO DE KASSI PARA MI CONCURSO

Este es el relato con el que participa Kassi en mi concurso
Espero os guste y dejéis vuestros comentarios

THE TORTURE

Aún recuerdo las sonoras carcajadas de papa, la melódica voz de mamá y sobre todo recuerdo ese olor a flores frescas que caracterizaba a la casa.

Todo ese sueño en el que vivía, todo ese esplendor que me rodeaba cambió hace exactamente hace dos años atrás.

Como cada sábado me levantaba con un dulce olor a pastel y tostadas recién hechas; al llegar al comedor siempre me encontraba la misma escena. Mamá se encontraba untando mermelada de fresa a unos pastelitos y papá leía el periódico mientras fumaba su pipa.

Cuando terminaba de desayunar, papá me dejaba el periódico para que leyera los titulares, como me gustaba hacer.

Ese día había en la portada una foto que me llamó mucho la atención; en esta simplemente salía la cara de un hombre, cuya mirada era intimidante y paralizante. A pie de foto ponía así: “Jonh silverman, el asesino más despiadado de Pleasenville ha huido de prisión”.

Decidí leer la noticia en la que se describían las horroridades que ese monstruo había realizado con esas personas inocentes.

Cuando mi cuerpo comenzó a temblar al pensar que a unos escasos kilómetros de distancia se podría encontrar esa bestia inhumana con una insaciable sed de sangre; solté el periódico sobre la mesa de cristal y madera de roble.

Al verme en ese estado, mis padres me preguntaron que me pasaba y yo les conté todo lo que había leído. Papá, de repente soltó una de sus sonoras y singulares carcajadas, y seguidamente me aseguró que no nos pasaría nada, que la casa era totalmente segura.

Aunque confiaba en la palabra de papá, no podía evitar sentir miedo y preocuparme por la seguridad de la familia. Ya que me encontraba algo perturbada decidí dar un paseo en coche para despejarme.

Cuando por fin calmé mis miedos quise volver a casa pero antes de llegar paré en una pequeña, pero entrañable tiendecita que me encontré de camino a mi hogar, para comprar algo con lo que saciar mi hambre.

De camino a la caja registradora tropecé con un hombre que llevaba puesta una gorra, unas gafas de sol y llevaba barba de una semana. Debido al golpe, al desconocido se le cayeron las gafas y de repente los vi, los reconocí. Esos ojos intimidantes y paralizantes.

Me quede sin aliente, no me lo podía creer; necesitaba asegurarme de que era él antes de acusarlo, lo debía mirar de nuevo a la cara.

Cuando lo hice, lo encontré mirándome con sus ojos de asesino; analizando y memorizando cada rasgo de mi cara y de mi cuerpo.

Justo en ese momento lo comprendí, yo sería su próxima víctima, un nombre más que añadir a su larga lista.

No sé como lo hice, ni como lo logré pero llegué a casa. Me encontraba fuera de mí, solo recuerdo que no paraba de gritar “me va a matar, ayuda, me va a matar”, y al doctor O’Brian diciéndome “Tranquila, tomate esto, te calmará”. Y después la oscuridad y la tranquilidad

No sé cuánto tiempo dormí, ni qué hora era pero me despertó una voz ronca que me decía “Despierta muñeca es hora del show”

Cuando abrí los ojos y vi aquel rostro malicioso sobre el mío, pensé que me encontraba en una pesadilla pero no, no era así. Para levantarme de la cama, me agarró bruscamente del brazo y tiró de mí.

Como aún no me podía mover bien, ya que seguía aturdida por la medicina que me suministró el doctor, me arrastro por el suelo hasta la habitación de mis padres.

Al entrar allí me derrumbe, la imagen que se reflejo en mis ojos no tenía nada que envidiar a la de cualquier película de horror. Había sangre por todos los lados: las paredes, cortinas, ventanas, cama…

Y a pesar del gran nudo que se había formado en mi garganta le grité, le grite tan fuerte como pude. Le pregunté qué le había hecho a mis padres y el por qué; pero él se encontraba totalmente tranquilo como si no hubiese hecho nada fuera de lo común, y se esa manera me respondió:

“No te preocupes preciosa, solo jugué un poco con ellos mientras tú dormías. ¡Oh!, pero no pongas esa carita de miedo, si aun no te has quedado huérfana. Tu papito querido sigue vivo. Tu madre…bueno digamos que era una persona débil y apenas aguantó”

Posiblemente entré en estado de shock en ese momento porque la habitación empezó a nublarse, no podía reaccionar, no podía moverme, ni hablar pero eso no supuso un problema para aquel hombre que me dio una bofetada en la cara haciéndome caer hacia un lado con un dolor en la mejilla, ardiente, punzante; le mire a los ojos, tenía la diversión grabada en ella.

-¿Por qué yo?-le pregunté en voz baja como una niña indefensa.

-Porque sabias quien era-contesto con una sonrisa, en ese momento aparto una mesa unos pocos centímetros para ver un cuerpo yaciendo en el suelo, ensangrentado y mas que magullado; mi padre se resistía a morir a pesar de que tenia las dos piernas rotas y giradas en ángulos imposibles, su muñeca estaba toda ensangrentada casi como si hubiese estado forcejeando con su captor hasta que este le abrió la piel para que no molestara más; estaba evidentemente inconsciente y eso yo lo sabía bien, se debía al dolor, a que su cuerpo ya no quería resistir más.

-Papa-dije con voz ronca, adelantando una mano hacia él, pero aquel al que llamaban Jonh, mi peor pesadilla; pisó mi mano fuertemente haciéndome lanzar un grito y contraer la mano hacia atrás, en la suela de los zapatos tenía un par de pinchos de modo que ahora mi mano sangraba debido a dos heridas hechas por eso que parecían pequeños clavos.

-Déjalo tranquilo mientras se desangra-murmuró, me cogió de los pelos levantándome del suelo, mis piernas no querían reaccionar así que fue doloroso cuando me tomo del cuello con la otra mano obligándome a subir y mirar fijamente desde aquella perspectiva una herida en el hombro que ahora se veía más claramente, estaba abierta; al lado del cuerpo de mi padre casi tapado por su enorme espalda estaba lo que abría utilizado para esa herida, un enorme destornillador.

Casi podía imaginar el sufrimiento de mi padre mientras le clavaba eso en el hombro, haciéndolo girar y girar tanto hasta que se abrió esa gran herida en su piel.

-Ahora nos divertiremos juntos-susurró Jonh haciéndome andar mientras me tenia cogida del pelo, me llevó hacia la puerta para salir de allí, le eché una fugaz mirada a mi padre a sabiendas de que probablemente sería la última vez que lo vería vivo, o que lo vería simplemente; pues ya comenzaba a aceptar la idea de que podía morir hoy, y me sentía histérica a la par que tranquila, solo tenía miedo de lo que me haría antes de matarme, el sufrimiento no era mi mayor amigo, podría desmayarme en el primer minuto y morir sin sentir lo que me hacía y eso esperaba; yo no quería sufrir, no quería gritar, no quería darle lo que él deseaba tanto, mi dolor.

Salimos de la habitación y me llevo hasta la cocina, allí sobre la encimera tenía todos los utensilios de cocinar; sentí una fina capa de sudor frío caer por mi espalda al mirar todos los cuchillos alienados sobre la superficie de la encimera, de pequeños a mayor los tenia puestos; absolutamente todos estaban allí hasta la pequeña hacha que tenia papa para cortar el hueso de los filetes de carne, un cuchillo de grandes dimensiones destacaba sobre los demás, era el de cortar el jamón; y aquel gran cuchillo a diferencia de los demás, no estaba limpió. Sentí como se revolvió mi estomago, la sangre goteaba desde el cuchillo por la encimera hasta el suelo.

Pero cogida como me tenia Jonh, me tiro hasta la mesa de la cual en sus patas podía ver cuerdas atadas, seguramente para mantenerme allí; comencé a revolverme en su agarré, me resistía a ser torturada allí sobre la mesa de la cocina con todos los utensilios suyos de tortura a mi vista, era una tortura psicología también.

-¿Qué coño has hecho con mi madre?-le grité sin poderme resistir.

-Cariño, ya te dije que juegue con tu mami, fue divertido cortarla aunque no durara mucho-le miré, no sabía que decir o contestarle, mamá estaba muerta, era un hecho..pero ¿Cómo la habría matado? ¿Su tortura habría sido absoluta?, por primera vez en mi vida recordé los consejos de papa, con el tono dulce de voz que utilizaba conmigo repitió “cuando una persona te tenga entre la vida y la muerte no mires al suelo, mírale a los ojos, ¿Qué pierdes con tenerle miedo cuando lo más posible es que vayas a morir? Ya no tienes nada que perder; salvo la cabeza, con sangre fría te será más fácil pensar”, en el momento en el que lo dije lo tome como una mala broma, un consejo innecesario pero ahora entendía a qué clase de personas se estaba refiriendo papá.

Y mientras todo esto daba vueltas en mi mente, Jonh me inmovilizo sobre la mesa y comenzó a atar mis manos y mis pies, no estaba quieta ni mucho menos pero su agarre era férreo y no podía combatir contra él en aquel momento.

-¿Cómo empezaremos a jugar?-susurró cogiendo un pequeño cuchillo de la encimera, lo acarició por mi cuello y acabo por romper mi ropa rápidamente, soltándola a un lado me dejo en ropa interior, y luego sin que yo me lo esperara, hinco mi cuchillo en mi hombro abriendo una herida desde este a mi codo, era mas bien poco profunda, hecha solo para torturar; no grité, simplemente me limite a cerrar los ojos y apretar la mandíbula, intentando soportar el dolor, cuando abrí los ojos, el fuego recorría mi piel, y observé como la sangre caía hacia abajo, increíblemente roja sobre mi piel inmaculada.

-Bonito contraste-sonrió de lado diciendo eso.

Le miré a los ojos con despreció y a punto estuve de escupirle pero preferí guardarme esa actitud altiva para mí misma y no hacer que aquel hombre me matara antes, debía pensar rápido; moví las manos comprobado si las cuerdas estaban bien atadas, incluso en ese momento pensé que sería capaz de arrancarme una mano con tal de poder salir de aquel lugar.

-No te muevas tanto o tu herida se abrirá y te desangraras antes-murmuró cogiendo otro cuchillo, lo puso sobre la piel de mi pierna y comenzó a cortarla, no quería mirar así que observe el techo mientras ese dolor me atravesaba todo el cuerpo, un ruido constante inundo mis oídos creí que era uno de esos pitidos que solo aparecen con el dolor intenso o cuando te vas a desmayar pero era mi propio quejido, que no cesaba, aparte la vista de repente y la fije sobre mi pierna donde John acaba de terminar el corte, su propio nombre tatuado en mi piel me hizo derramar una lágrima.

-Y para que esto jamás se te olvide-dijo moviéndose, fue a uno de los armarios, lo abrió y saco el bote de la sal, lo abrió mirándome con esa odiosa expresión-voy a terminar mi obra de arte.
Cogió un montón de sal del bote y fue echándolo sobre mi piel, grite fuerte, la sal comenzaba a adherirse a mi piel, haciendo que el dolor se volviera más intenso incluso que antes, esta cicatriz jamás desaparecería si es que lograba sobrevivir a aquel día. Ahora las lagrimas caían sobre mis pómulos a raudales derramándose y cayendo por mi cuello hasta la mesa, el sudor de mezclaba con ellas en mi piel.

-Por favor-rogué-¡para!-grite, pero sabía que eso no era posible, jamás pararía hasta verme muerta.

-Sabes que no lo haré-contestó, su mirada se cruzó con la mía un segundo, jamás lograría entender lo que su mente albergaba, que trauma o qué situación le habían llevado a ser como era entonces, pero estaba segura de que fuera lo que fuese ese ser no podía sentir ningún sentimiento bueno, ningún amor, nada en absoluto que le hiciera apiadarse de mí. No quería rendirme pero durante un escaso segundo desee morir antes que estar en manos de ese ser.

-Creo que iré a por un destornillador-dijo mirando mi hombro, sentí un escalofrió, las heridas que ya tenía dolieron más.

Cuando John salió de la cocina, yo tiré fuerte de mis ataduras, moviéndome levemente intentando no hacer ruido, me movía tan frenéticamente que después de unos segundos sentí arder mis muñecas pero no podía parar debía haber alguna forma de desatarme, de hacer algo; tire más fuerte, casi podía sentir la sangre resbalar por mi muñeca, miré hacia ese lado y vi como se aflojaba el nudo que había contra la mesa, un suspiro volvió a entrar en mi cuerpo solo uno puesto que en ese momento entro John con el destornillador en la mano sonriendo como el maniaco que era.

-Ya llegué-gracias a dios, no vio que el nudo de mi mano casi estaba por caer, solo paso el destornillador por mi piel-creo que lo clavare por aquí-dijo señalando mi hombro-justo en el mismo sitio que en el de tu padre-volvió a sonreír pero de repente torció el gesto-mejor no, no quiero repetirme-añadió soltando el destornillador sobre todos los cuchillos.

Tomó un cuchillo fino y antes de que yo pudiera sobre saltarme corto entre los dedos de mis pies, uno a uno. Lloré y grité una vez más pero no me moví evitando que el pequeño nudo que sujetaba mi mano a la mesa cayera, y viera que podría desatarme en cualquier momento.

-Ahora sí, puedo ir tranquilo a un arma sorpresa-dijo separándose de mí, salió sonriendo de la habitación, mi respiración se agito esta era mi oportunidad, ahora o nunca; aun con el dolor que atormentaba todo mi cuerpo moví mi muñeca y el nudo se desató, mire incrédula mi oportunidad y con manos temblorosas e un intento de ir más rápido me saqué el otro nudo de la mano, y más tarde tenía el de los pies sueltos, me puse en pie tambaleante, no sabía qué hacer ahora, no había pensado en eso, si salía corriendo lo más probable es que cayera al suelo a los 5 metros por el dolor que me causaría las herida de entre los dedos, entonces me atraparía y todo sería peor, podía intentar pedir ayuda pero sabía que eso sería una equivocación el habría tenido tiempo para matare ya varias veces así que se me ocurrió la peor idea que había tenido en mi vida y sin embargo era la mejor, porque si funcionaba; saldría de vida de esa.

Me moví algo lenta pero segura de mis pasos, ya podía escuchar sus pasos desde lo lejos, cogí un cuchillo de los grandes entre mis dedos, sujetándolo bien fuerte, casi podía notar unas gotas de sudar cayendo por mi nuca y las lagrimas que a veces nublaban mi mirada; me obligue a tranquilizar mi respiración andando unos pasos hasta el filo de la puerta, me puse en la esquina, medio escondida de la vista de cualquiera que entrara a la habitación y espere con el corazón en un puño a la llegada de John, no sabría si sería capaz de hacerlo, pero era lo único que podía salvarme.

-Preciosa, ya podemos seguir jugando-comento John a tan solo unos pocos pasos de la puerta, sabía que aun no podía ver la mesa por eso no se había percatado de mi escapada.

Apreté mis dedos sobre el mango del cuchillo, no quería que se resbalara, no ahora; así que cuando vi la sombra de aquel hombre recortada sobre el suelo y escuche sus pasos aproximándose me prepare para el golpe duro que se llevaría, un par de pasos más y, entro en la habitación, miró fijamente a la mesa como esperando que estuviera allí y yo no me quede quieta ni un segundo más, empuñe el cuchillo al aire; y deje que cayera sobre su espalda con todas mis fuerzas, sentí como se le clavaba en la piel rompiendo su ropa, y un gemido sordo salió de su boca, se quiso mover para darse la vuelta y verme la cara pero fue peor pues apreté mas fuerte hundiéndoselo aun con mas fuerza en el cuerpo, la sangre ya circulaba fluido por su espalda, y vi a qué altura se lo había clavado.

Entonces rememoré, que el corazón podía alcanzarse desde las espaldas; John cayó al suelo de rodillas con una respiración dificultosa, e intento abrir la boca para decir algo pero solo salió de ella sangre, gotas que cayeron al suelo, y finalmente dio de bruces contra su propia sangre caída; le vi morir lentamente, con los ojos bien abiertos observando seguramente su vida pasar, el cuchillo salía desde su espalda a la altura del corazón donde más tarde me entere le había acuchillado, quizás me aventuro a decir que estuve allí parada mirándole media hora o tal vez una entera, solo sé que cuando estuve segura de que no podría moverse de allí, me moví por la casa como un zombie, de habitación en habitación observando los cadáveres de mis padres sin importarme ni siquiera las heridas de mi cuerpo, pues no podía sentirlas, solo estaba en estado de shock, observando, recapacitando.

Tras eso cogí el teléfono, me senté en el suelo de mi cuarto llorando y llame a la ambulancia aunque no recuerdo muy bien lo que dije, fui consciente de que llegaron a por mí y me llevaron fuera de aquel lugar infernal, pero aun después de haber salido ya hace mucho de allí, puedo recordar, puedo rememorar cada imagen de él, de mis padres, puedo sentir la sal quemando mi piel.

-Y ese fue seguramente el hecho que cambio mi vida para siempre, doctor; ese es el motivo por el cual estoy aquí, contándole a mi historia..-miré a los ojos claros del psicólogo volviendo en ese preciso momento al presente.



1 comentario:

  1. Muy bueno!
    Realmente me sentí desesperada cuando comenzó a cortarla entre los dedos o cuando le echó la sal en la herida! Tienes un gran don para narrar!!

    ^_^

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