lunes, 16 de enero de 2012

POR Y PARA SIEMPRE CAPITULO 19

Esta historia le pertenece a María del blog "Letras de hielo y fuego".
Espero os guste y dejéis vuestros comentarios.
POR Y PARA SIEMPRE 

Summary: Bella pierde a su familia en un accidente, cuando se va a vivir con su tía se encuentra con un nuevo chico en el instituto, pero pronto se dará cuenta que no es como los demás, es como ella.. diferente.

CAPITULO 19

Íbamos en coches separados. Porque aunque no lo dijimos, no teníamos pensado regresar. Y mientras seguía a Edward por la amplia autopista, y observaba las claras playas y las aguas color azul oscuro, mi corazón se lleno se gratitud. Me sentía feliz de ser tan afortunada por vivir en ese lugar, y por poder llamarlo hogar. Pero en ese momento, recordé como había acabado ahí.. y la felicidad desapareció.

Edward hizo un giro rápido, y yo me estacioné, en un lugar junto a él. Sonreí cuando se dio prisa para salir de su coche, para abrir la puerta del mío. Me agarró de la mano, y me ayudo a salir del coche.

-Has estado aquí alguna vez?- preguntó.

Yo negué. Aunque había escuchado hablar mucho sobre la Push, nunca había ido.

-Se que dijiste que no tenias hambre.. pero tendrías que probar los batidos de esa heladería, son los mejore. Sobretodo el de dátiles, o el de chocolate con cacahuetes. Yo invito.

-Dátiles? Eso suena.. asqueroso- dije mientras hacía una rara mueca.

Edward se echó a reír, y me llevo cogida de la mano hasta la heladería, donde compró dos batidos, de los sabores que me había recomendado. Cuando pagó, nos fuimos a sentar en un banco pintado de azul, donde contemplábamos las aguas.

-Bueno.. y cual es tu favorito?- preguntó

Los provee una vez mas, pero los dos eran tan espesos y cremosos, que quite la tapa del vaso, y utilice una cuchara.

-La verdad, es que los dos me encantan. Pero por sorprendente que parezca, creo que me gusta más el de dátil.

Pero entonces, cuando le pase el vaso a Edward para que probara él también el batido, negó con la cabeza, y lo rechazó.

Entonces, me di cuentas que había algo raro en Edward. No era su magia, o en la rápida forma que tenía de desaparecer, si no que nunca lo había visto comer.

Cuando esa idea apareció en mi cabeza, él alargo su brazo, y cogió el baso para dar un sorbo de aquel batido de dátil. Cuando se inclino para besarme, sus labios eran fríos como el hielo.

-Bajemos a la playa, si?- dijo mientras me daba la mano.

Nuestros hombros chocaban una y otra vez, mientras nos pasábamos los batidos, aunque.. yo era la que mas bebía.

Cuando llegamos a la playa, nos quitamos los zapatos, y nos remangamos el bajo de pantalón, para así poder andar por la orilla, y que nuestros pies pudieran tocar las gélidas aguas de la playa de la Push.

-Has
echo surf alguna vez?- preguntó

Negué

-Te gustaría aprender?

-Aquí?- pregunte mientras me miraba los dedos de los pies que ya estaban azules, gracias a las frías aguas- no gracias.

-Bueno.. podríamos usar los trajes de neopreno.

-Mmm.. no- le conteste riendo.

Edward cogió mi mano, y nos alejamos de la orilla de la playa, y nos adentramos en una cueva natural.

-No tenia ni idea que había una cueva aquí- le dije mientras me fijaba en las lisas paredes, la arena recién rastrillada, y un montón de toallas apiladas en un rincón, junto una tabla de surf.

-Nadie lo sabe, por eso guardo mis cosas aquí. Como se camufla entre las rocas, cuando la gente pasa por su lado.. no se ve. Aun así la mayoría de las personas, pasa toda su vida sin ver lo que tienen delante de las narices.

-Y como la descubriste tú?- le pregunté mientras me sentaba en una enorme manta azul que había extendido.

-Supongo que no soy como la mayoría de las personas- contestó mientras se encogía de hombros.

Edward se tumbo a mi lado, y luego tiró de mí, para que yo hiciera lo mismo. Se me quedó mirando tan fijamente y durante tanto rato, que no pude evitar ponerme nerviosa.

-Porque te escondes tras esos pantalones holgados, y esas sudaderas con capucha- susurró mientras colocaba un mechón de pelo tras mi oreja- no sabes que eres hermosa?

Aparte la mirada. Me gustaba gustarle, pero quería que se callara. No quería explicarle porque era lo que era. Una lágrima rodó por mi mejilla, y me di la vuelta para que Edward no la viera.
Pero me sujetó con fuerza, para que no me pudiera mover. Con sus labios limpio esa lágrima, y luego los posó sobre los míos.

-Bella..- susurro con voz ronca

Edward cambió de posición, y se situó encima de mi. El peso de su cuerpo, me regalaba una agradable calidez, que poco a poco se convirtió en fuego.

Deslice mis labios por la barbilla de Edward, hasta llegar a su cuello, y comencé a jadear cuando Edward empezó a mover las caderas en círculos sobre las mías, despertando los sentimientos, que tanto me había esforzado por mantener ocultos. Pero ya estaba harta de ocultarlos, quería volver a ser normal. Y que había mas normal que eso?

Cerré los ojos, cuando me quitó la sudadera. Me rendí cuando Edward empezó a desabrochar el botón de mi pantalón, antes de quitármelos. Me permití sentir la presión de su mano y sus dedos, diciéndome a mi misma que esa maravillosa sensación, esa euforia que invadía mi interior, solo puede ser una cosa. Sólo puede ser: AMOR.

Pero cuando noté que los dedos de Edward agarraban el elástico de mi ropa interior, me incorpore de golpe, y lo alejé de mi. Había una parte de mi, que quería continuar besándolo, abrazándolo, y.. pero en ese momento no, no ahí, ni de esa forma.

-Bella..- susurro Edward mientras sus ojos intentaban encontrar los míos. Yo negué con la cabeza y aparte la mirada. Sentí el maravillosa calor que irradiaba su cuerpo en mi piel y sus labios en mi oreja cuando dijo:- no pasa nada. De verdad. Ahora duerme.

··························

-Edward?- dije mientras parpadeaba en la penumbra, y exploraba con mis manos el espacio vació que hay a mi lado. Palpe la manta una y otra vez, hasta que me convencí a mi misma, que él no estaba ahí- Edward?- repetí mientras examinaba la cueva

El lejano ruido de las olas, fue la única respuesta que recibí.

Me puse la sudadera, y salí fuera. Examine la playa a la luz tenue del atardecer con la esperanza de poder encontrarlo.

Pero como no lo vi en ningún sitio, volví dentro de la cueva. Allí encontré una nota que ha dejado encima de mi mochila, la desdoble, y la leí:
He ido ha hacer surf.
Volveré pronto.
E.
Salí corriendo de la cueva, y recorrí con la mirada la orilla de arriba a abajo en busca de algún surfero, de uno en particular. Pero.. los dos únicos que vi, eran tan morenos y bronceados, que estaba claro que ninguno de ellos era Edward.

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