lunes, 27 de febrero de 2012

POR Y PARA SIEMPRE CAPITULO 23

Esta historia le pertenece a María del blog "Letras de hielo y fuego" 
Espero que os guste y dejéis vuestros comentarios.

POR Y PARA SIEMPRE 

Summary: Bella pierde a su familia en un accidente, cuando se va a vivir con su tía se encuentra con un nuevo chico en el instituto, pero pronto se dará cuenta que no es como los demás, es como ella.. diferente.

CAPITULO 23

Edward vivía en una vecindario rodeado por una verja de seguridad. Un detalle, que no pude “leer” en la mente de la secretaria. Aunque la verdad, la presencia de enormes barras de acero y vigilantes con uniforme, no podía detenerme. Solo hacía falta que me concentrara en la mente del vigilante, y decir:

-Hola, soy Andrea López. He venido a ver a Marco García.

El hombre, consultó la pantalla de su ordenador en busca del nombre, que yo se que aparece en quinta posición.

-Ponga esto en la ventanilla de conductor- dijo el vigilante al tiempo que me entregaba un trozo de papel verde con la palabra “VISITANTE” y la fecha en la parte delantera- Y no aparque al lado izquierdo de la calle, solo en el derecho.

El hombre se despidió, con un gesto con la cabeza, y regresó a su puesto, mientras yo atravesaba las puertas de la veja, con la esperanza, que no se diera cuenta, que pasaba de largo de la calle del señor Marco, y me dirigía a la de Edward.

Cuando llegue a la manzana donde vivía Edward, apague el motor.. y me di cuenta, que había perdido el coraje.

¿Acaso era una de esas novias psicóticas?¿Quien indaga en la mente de las personas, para colarse en un vecindario de alta seguridad? Pero.. nada en mi vida era normal, así que..¿ porque mi relación iba a ser diferente?

Me quedé sentada en el coche, intentando luchar con las palpitaciones de mi corazón, para que volvieran al ritmo adecuado. Y cuando me quede observando, al limpio y organizado vecindario, me di cuenta, que no había podido haber elegido un día peor para ir a ese lugar.

Como primer problema, tenia, que el día se había vuelta soleado y cálido, lo que significaba, que a todos, les entrarían ganas de ir en bici o arreglar el jardín; es decir, las peores condiciones para poder espiar.

Y como me pasé todo el viaje en coche obsesionada con llegar sin ser descubierta, no llegue a planear nada para cuando estuviera frente la casa de Edward.

Aunque la verdad, eso no importaba mucho ¿Que era lo peor que podía ocurrir?¿Que se enterara Edward que era un bicho raro? Después de la forma empalagosa, angustiada y desesperada, con la que me había comportado por la mañana, lo mas probable, es que ya lo supiera.

Salí del coche, y me dirigí hacía su casa, la que tenía plantas tropicales y un jardín en muy buenas condiciones. Pero no avance de forma sigilosa, ni escondiéndome, sino todo lo contrario, avance con paso firme, como si tuviera todo el derecho de estar en ese lugar. Pero cuando llegue a las puertas de la entrada, me pregunte que tendría que hacer.

Eche un paso hacía atrás, y me fije en las ventanas. Algunas tenían la persiana bajada, y en otras, la cortina estaba corrida; y aunque, no sabía que hacer, llame al timbre conteniendo la respiración, y mordiéndome el labio inferior, como acto de nerviosismo.

Pasaron unos minutos, y nadie salió a abrir, así que muy decidida, gire el picaporte, para darme cuenta que la puerta estaba cerrada. Después de asegurarme que ninguno de los vecinos me estaba vigilando, me cole por la puerta lateral y me escabullí por la parte trasera.

Me quede pegada a la pared del edificio, y apenas me fije en la piscina y las plantas, mientras caminaba hacía la puerta de cristal, que como me hubiese tenido que imaginar, también estaba cerrada.

Y cuando estaba a punto de rendirme, y irme para casa, una voz en mi cabeza me dice: “La venta que esta justo al lado del fregadero”, y sin dudarlo, me acerque allí. Para mi suerte, la ventana estaba entreabierta, lo justo para poder pasar los dedos por debajo y hacer fuerza para terminar de abrirla.

Coloqué las manos en el borde, y use todas mis fuerzas, para entrar hasta el interior. No debería estar ahí. No tenía derecho en hacer eso. Hubiese tenido que saltar de nuevo hacía fuera, y volver hacía el coche, y así poder regresar a mi casa, mientras aun podía hacerlo. Sin embargo, una voz en mi cabeza, me decía que tenía que continuar, y como ya había llegado hasta ahí, pues supuse, que podría llegar hasta el final.

Examine la enorme cocina que estaba vacía, un estudio que estaba desnudo, un comedor sin mesas ni sillas, y el cuarto de baño, que solo tiene una botella de jabón para el cuerpo y una toalla blanca. Ese lugar parecía siniestro y abandonado; no había objetos personales, ni fotografías, ni libros.. Solo había un oscuro suelo de madera, deslumbrantes paredes blancas, armarios vacíos, y una nevera llena de botellas con ese extraño líquido de color rojo.

Cuando llegue a la sala de estar, me di cuentas, que había una enorme tele de plasma, un sillón, y una colección incalculable de DVD en idiomas extranjeros, cuyos títulos era incapaz de traducir.

Me detuve al pie de la escalera, convencida, que ya había visto bastante, y que me tendría que marchar de ese lugar. Pero.. algo, que no sabía lo que era, me incitaba a continuar.

Cuando llegue al primer piso, me encontré cara a cara con una puerta de madera, que al igual que la ventana, que se encontraba entreabierta.

Apoye la mano en la puerta, con la intención de abrirla, y descubrir que esconde esa habitación, y no puede evitar quedarme asombrada, cuando descubrí que esa habitación tan formal y majestuosa, parecía que había salido del palacio de Versalles.

Hice una pausa en la puerta, intentando contemplarlo todo. Los delicados tapices, las antiguas alfombras, la lampara de araña, la mesa llena de libros.. Las paredes, estaban cubiertas de cuadros con marcos dorados.. y en todos ellos estaba representado Edward con distintos disfraces de diferentes siglos. En uno de ellos aparecía pintado sobre un caballo blanco, con una espada en el costado, y la misma chaqueta que llevaba puesta la noche de Hallowen.

Me acerque a ese cuadro, y busque con la mirada el agujero del hombro, ese que Edward me dijo en broma, que fue echo en el fuego de la artillería. Me quedé muy sorprendida, cuando me di cuenta, que ese agujero, también aparecía en el retrato. Deslice el dedo por encima, preguntándome , fascinada, que clase de extraña y elaborada mentira a inventado Edward, poco después mis dedos toparos con una placa de bronce que hay en la parte inferior del marco, y que decía:
Edward Anthony Cullen

Me fije en el cuadro que estaba al lado, y mi corazón latía con fuerza mientras contemplaba el retrato de Edward serio, vestido con un traje negro, y rodeado en un fondo azul, donde la placa decía:

Edward Cullen
Retrato Pintado por Pablo Picasso en 1917


En el cuadro que esta mas a la derecha, consistía en muchos remolinos de textura intensa, y en esa placa decía:

Edward Anthony
Retrato Pintando por Vincent Van Gogh

Y la historia, se repetía, porque toda la extensión de la pared, estaba llena de cuadros, de los mas grandes pintores.

Me dejé caer en el sofá, que había en una de las esquinas, mis ojos estaban vidriosos y mis rodillas temblaban, mientras mi menta barajaba un millón de posibilidades, a cual de ellas mas estúpidas. Luego cogí el libro que estaba mas a mano, pasé la página del título y leí:

Para Edward Cullen
Estaba firmado por William Shakespeare.

Lo deje caer en el suelo, y cogí el siguiente libro.

Cumbres Borrascosas, para Edward Anthony

Todos y cada uno de los libros, estaban dedicados a “Edward Anthony Cullen”, a “Edward Cullen” o a “Edward”. Y todos los libros, estaban firmados por autores, que llevaban mas de un siglo muertos.

Cerré los ojos, y trate de controlar el ritmo de mi respiración, y los latidos de mi corazón, al igual que el tembleque de mis manos, y a la vez tratándome de convencer, que aquello era una especie de broma, que Edward, no es ningún chiflado por la historia, un falsificador de obras de arte.. o cualquier cosa, que salga de lo normal. Quizás, esas cosas, no sean mas que reliquias familiares, heredadas de un largo linaje de tatara-tatara-tatarabuelos, que llevan el mismo nombre, y que se parecen de sobremanera a él.

Pero cuando mire a mi alrededor, me di cuenta de la cruda realidad. Todas esas cosas no eran ni reliquias familiares, ni herencias, ni nada parecido, si no todo lo contrario. Todo eso eran los objetos personales de Edward, las posesiones que ha ido guardando a lo largo de los años.

Me puse de pie, y salí dirección al pasillo con bastante dificultad; me sentía desesperada por salir de esa habitación, de ese horrible y recargable mausoleo, y de la casa, que se me hacía semejante a una cripta. Quería alejarme de ese lugar, y no volver nunca mas.

No había echo otra cosa que llegar al pie de la escalera, y un chillido seguido de un gemido ahogado, se escuchaban al final del pasillo, y sin pensarmelo dos veces, corrí en la dirección del ruido. Cuando atravesé la puerta, me encontré con Edward y su boca llena de sangre, mientras Rosalie forcejeaba bajo él.

-Bella!- gritó Edward mientras se puso de pie de un solo salto y se acercó para sujetarme

-Que le has echo a Rosalie?- le pregunte mientras arremetía contra él con patadas, desesperada para llegar donde estaba mi amiga.

Me fije en Rosalie, tenía la piel pálida, y los ojos en blanco, en ese momento, me di cuenta, que no tenía mucho tiempo.

-Bella, para, por favor- me pidió Edward

-Que le has echo a Rosalie?!- grite con todas mis fuerzas

-Bella, por favor, deja que te lo esplique.

Clavé la mirada en mi amiga, que esta sangrando, y gemía de dolor, entonces una terrible idea cruzo mi mente: “Esta es la razón por la que querías que me mantuviera lejos de aquí”.

-No es por eso! Estas equivocada. Si que es verdad, que no quería que vieras esto, pero no es por los motivos que piensas.

Me sostuvo en alto, dejando que mis pies no tocaran el suelo. Y aunque me canse de darle patadas, Edward, ni siquiera estaba sudando.

Pero en ese momento me preocupe por Edward, ni por mi. Lo único que importaba era Rosalie, que su respiración cada vez, era mas débil.

-Que le has echo?- le pregunte con odio

-Bella, tienes que escucharme. Tú no puedes ayudar a Rosalie, créeme, solo la puedo ayudar yo.

-Tú no la estas ayudando, tú la estas matando!

-De eso nada

Hubo un momento, que Edward aflojo sus manos, y pude escaparme de su agarre. Corrí hacía Rosalie, y le sujete la muñeca intentando buscarle el pulso. No podía apartar la mirada de los dos pequeños agujeros que tenía en ella.

Y cuando cogí el teléfono para llamar a urgencias, Edward apareció por detrás, y me lo quitó de la mano.

-Esperaba no tener que hacer esto- dijo mientras todo se volvía negro.

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