Espero que les guste.
El día estaba nublado, el sol se escondía tras las nubes, y estas impedían que los rayos iluminaran el pueblo de Forks. Como de costumbre.
Edward había desaparecido casi por completo de mi vida, solo leves recuerdos aparecían cuando Alice, que seguía siendo mi amiga, me enviaba esos bonitos correos. La herida que provoco cuando se fue, estaba ya curada del todo, y solo le podía dar las gracias a Jacob.
Ese día hacia exactamente un año, que cambie una vida de servidumbre, y suena ridículo, por una cajita de caramelos, pero estoy orgullosa por ello.
Ese día también era especial, porque hacia exactamente seis meses, que Jacob y yo eramos mas que amigos.
Salí de casa de Charlie, y me subí a mi vieja camioneta, para ir a la Push, y así poder ver a mi sol, al que era la razón de mi existencia.
Cuando llegue, Jacob salio a recibirme antes de que aparcara, no era difícil saber que había llegado, mi camioneta hacia un ruido horroroso, y si encima contamos que Jake tenia ese super oído agudizado..
Tenia una gran sonrisa en su rostro, esa sonrisa tan característica y que me inundaba de felicidad. Iba sin camiseta, ya que su temperatura de 42º se lo permitía, él nunca tenia frió.
Cuando aparque, él abrió la puerta y me sacó del coche, me estampo contra su pecho desnudo y cálido, y me abrazo con fuerza.
-Jake.. no puedo..
-Uii, lo siento Bella- se disculpo separándome de su pecho- te he echado de menos.
- Yo también – le dije mientras me agarraba la cara con sus dos grandes manos y yo me ponía de puntitas, para así podernos dar el beso mas dulce, mas maravilloso, mas.. del mundo. Un beso que me hacia sentir que volaba, que subía al cielo y tocaba las nubes.
Cuando terminamos de besarnos nos dirigimos hacia la casa, donde según Jacob, me esperaba una sorpresa.
Subimos las pequeñas escaleras que llevaban hasta el porche de la vivienda agarrados de la mano, pero cuando llegamos a la puerta principal, Jake se coloco detrás de mi, y me tapó los ojos con sus grandes manotas.
- Confiás en mi?- pregunto mientras besaba la parte lateral de mi cuello, dejando un camino de besitos que me hizo estremecer.
-Claro que confió en ti – le conteste.
Abrió la puerta con sumo cuidado, y hizo que entrara en la casa. Cuando estuvimos dentro, cerro la puerta, y me susurro en el oído, muy suave y bajito: “preparada?”. Yo solo atine a asentir.
Cuando abrí los ojos, las lagrimas saltaron de estos. Me encontré con la escena mas romántica que nadie pudiera encontrarse nunca, al menos para mi era así.
Miles de rosas, esparcidas por el salón, que juntas, formaban una corazón rojo, un caminito de pétalos, el cual me indicaba que me dirigiera al centro de el corazón formado por rosas.
Mire a Jacob, no sabia que decirle, y lo bese, lo bese como nunca antes lo había echo. Poco a poco me condujo al centro de ese enorme corazón. Se saco una caja rosa de caramelos del bolsillo trasero de los pantalones y me la coloco encima de la mano.
-Por otra vida de servidumbre?
-Por otra vida de servidumbre- le dije mientras nos fundíamos en un beso, el primer beso de nuestra nueva vida
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