RETO DE DULCE CAUTIVA

Este es mi relato para el reto de Dulce Cautiva en su blog "El club de las escritoras"

Espero que os guste.

Hoy comenzábamos el segundo trimestre del curso y tenia nuevos vecinos. La casa contigua la habían alquilado a varios estudiantes según me habían dicho mis padres al preguntarle sobre unos muchachos nuevos que había visto por el barrio.

-Ufff…. Llego tarde a clase como no me de prisa.- me dije a mi misma mirando mi reloj mientras entraba por la puerta principal y tomaba el pasillo que me llevaba a mi aula donde había un grupo de muchachos hablando y riéndose dos puertas antes de la de mi aula.

Cuando casi llegaba a la altura de los muchachos del barrio mi móvil comenzó a sonar y mientras seguía andando iba leyendo el mensaje que había recibido hasta que de pronto bumm!!! me choque contra alguien o algo pero en ese momento sonó el timbre indicando que debíamos entrar  en las aulas y no me pare para ver contra que me había golpeado ni para disculparme, seguí andando.

-Bombón, tu madre tiene que ser pastelera, ya que bombones como tu no los hace cualquiera.- escuche decir  a una voz detrás de mi proveniente de los muchachos que estaban en el pasillo y seguramente contra los k me había chocado, haciéndome ruborizar y a la vez enfadar por la vergüenza que me estaba haciendo pasar al ser la única muchacha que había por el pasillo además de los profesores dirigiéndose hacia las aulas y ellos.

-Señorita Carolina, es tan amable de entrar al aula, por favor.- me dijo mi profesor parándose en la puerta para que yo pasara antes que el.

-Por supuesto profesor.- le dije intentando parecer tranquila y echando una mirada fugaz hacia el muchacho que me había dicho el piropo que me miraba atentamente. Era guapo pero también era un cretino por la vergüenza que me había echo pasar y un chulo por estar con los “chicos malos” del barrio. Esto tenía que olvidarlo.

Entre en clase y detrás mía el profesor y comenzamos como siempre a murmurar mientras no comenzaba la clase.

El día fue largo y agotador y para mi sorpresa el profesor había anunciado que mañana iba a haber un alumno nuevo en clase y para mi suerte o mi desgracia iba a ser mi compañero de mesa, ya que el profe había cambiado la organización de la clase y había puesto los pupitres chica, chico.

Cuando llegue a casa estaba cansadísima.

-Mama, ya estoy en casa.- le dije a mi madre que no sabia donde estaba, para dirigirme a mi dormitorio a quitarme el uniforme y bajar a comer.

-Hola hija, ven a la cocina.- hoy decirme a mi madre.

Así que antes de subir a cambiarme me dirigí  a la cocina quedándome de piedra, estaba sentado junto a mi madre en la mesa de la cocina el muchacho que me había sonrojado y dejado en vergüenza en el instituto. No podía ser, esto no me podía estar pasando a mí.

-Buenas tardes, Carolina ¿me ha dicho usted?.- dijo el muchacho mirando a mi madre

-Si, Carolina.- le dijo mi madre sonriéndole.- Hija te presento a Roberto uno de los nuevos vecinos y que mañana comienza las clases. Va a tu mismo curso y a tu misma clase.- me informo mi madre antes de que pudiera hablar.

-Ah, que bien.- fue lo único que pude decir estaba como en shock

-Bueno les dejo, que es la hora de comer y mis compañeros ya habrán llegado y estarán esperándome para comer y solo he venido a traerles el gato que se había colado en casa por mi ventana que estaba abierta.- nos dijo mirándome

-Hasta luego Roberto, y perdona que haya entrado el gato en tu casa es que le gusta entrar a los sitios si ve las puertas o las ventanas abiertas.- le dijo mi madre acompañándolo a la puerta.