Espero os guste y dejéis vuestros comentarios.
MI AMOR DESPRECIADO
Summary: 17 años pasaron desde que se vieron por primera vez, y esa sintonía que había entre sus corazones no se había destruido por nada, cuando el amor llegue a sus almas adolescentes ¿hará que ese equilibrio entre sus almas desaparezca al igual que su amistad? ¿O el amor hará mas fuerte esa conexión?...Secuela de Odiando a mi amado
CAPITULO 4
POV Victoria
Llevaba toda la mañana pensando en la mejor forma de acercarme a aquel chico llamado Rob, casi ni había comido y seguía dándole vueltas a la cabeza mientras andaba por el parque en busca de una respuesta milagrosa a la pregunta que parecía retórica.
En un momento estaba por lanzarme al lago y despejar mi mente con el agua fría de invierno y al siguiente le daba gracias a dios por poner en mi camino la solución a mi problema.
El chico en el que tanto pensaba estaba sentándose en un banco del parque mientras lloraba en silencio con una expresión bastante lastimera en su rostro, por un momento mi corazón se oprimió al ver su cara de ángel con tal profundo dolor.
Tuve que desechar ese pensamiento rápidamente, pues no podía sentir lástima ni ninguna clase de sentimiento relativamente bueno hacia él, ¿Yo? precisamente la que pensaba utilizarlo como un muñeco mas en mi función de títeres para mi propio cometido; venganza.
Deje la mente en blanco mientras me acercaba a el banco donde estaba sentado algo alejados de todos, y en un segundo sin titubear me puse a su lado suspirando por mis estúpidos pensamientos que se compadecían de él; seguramente lo estaba pasando mal y yo venía para ponérselo peor con mi plan; pero ya no había marcha atrás, era el momento y el lugar perfecto para conocerlo; cuando estaba solo, triste y prácticamente indefenso sentimentalmente hablando.
Gire unos centímetros mi cabeza para mirarle por el rabillo del ojo, con los pelos morenos, ojos claros y esa cara infantil y viril a partes iguales era hermoso; aun cuando su semblante era de pena e incertidumbre. Sus ojos se fijaron en los míos y sentí un poco de vergüenza por mi indiscreción.
-Siento mi falta de educación pero es que te vi llorar y…-me pare porque en realidad no sabía que decir, mi tono era como si fuera culpable de un crimen.
-Ah, no te preocupes…es que tuve un mal día-dijo extendiendo su mano hacia mi ofreciéndomela amablemente -Soy Robert.
-Encantada, yo soy Victoria-dije alcanzando su mano con la mía, él la tomo y beso mis nudillos tiernamente, era demasiado bueno para lo que pensaba hacer con él; por ello me dio pena aunque ya tenía claro lo que quería hacer y nada, absolutamente nada me haría cambiar de opinión; así que le sonreí con mi mejor sonrisa de niña buena.
-Igualmente-me contesto soltando mi mano con la mayor delicadeza posible, su sonrisa no era verdadera pero el intento fue bueno, lo malo es que yo conocía demasiado bien esa clase de sonrisas.
Tras unos segundos incómodos decidí hablar para no tener que dejarlo ir sin haberlo conocido de verdad ni si quiera. Esta era una oportunidad que la suerte me había dado y que no podía desperdiciar.
-Te veo muy triste, ¿quieres hablar de algo?-mi voz fue afable, intentando que no tuviera miedo de mí y me contara la verdad; parecía como si estuviera averiguando si lo que yo decía, lo decía por amabilidad o no.
-Veras es que yo amo a mi mejor amiga pero…-un suspiro corto la frase y sus lágrimas volvieron a hacer acto de presencia-no puedo estar con ella, la amo, de verdad que lo hago, es lo más importante que he tenido en mi vida, ha sido como mi hermana, mi mejor amiga, mi confidente y mi amor más querido en todo momento pero ella es rica y yo no, ¿Cómo puedo competir contra toda una sociedad aristócrata que quiere a los ricos con los ricos y a los pobre con los pobres?-su voz denotaba tanto dolor que sus palabras casi me dolían a mí, mi garganta estaba cerrada por un nudo que me hacia querer llorar con él y compartir su tristeza, un hombre llorando por su verdadero amor ¿Dónde puedes encontrar algo más bello que eso?, Él era imposiblemente bello.
-Siento que me veas llorar, ningún hombre debería dejar que una dama le vea llorar y sufrir haciendo que ella también sufra pero es que no pude impedirlo-murmuro Robert poniéndose recto al instante y secándose las lágrimas con la mano. Aun parecía frágil como un bebe con la apariencia de un hombre hecho y derecho.
-No pasa nada, ¿sabes que ver llorar a un hombre por amor en cierta manera es bonito?, ningún hombre de ahora lo sabe pero si una mujer ve llorar a un hombre se da cuenta de que de verdad posee sentimientos fuertes y hermosos por la otra persona-lo que dije no supe muy bien porque pero parecía mas bien una frase hecha para ayudarle que para convencerlo de que yo podría ser su amiga.
Tendría que practicar más para volver mi corazón de hielo y que unas simples lágrimas no atravesaran la muralla impuesta por mí misma, no podía dejar que tan fácilmente me conmovieran, se suponía que sería algo así como indestructible ¿no?
-Gracias por tus palabras Victoria, eres muy amable-los ojos de Robert me miraban, y en su sonrisa podía ver que ahora confiaba un poco en mí.
-De nada, es un placer hablar contigo Robert-murmure sin apartarle la mirada.
El se levanto de su asiento y con un suspiro pesado de cansancio, adelanto la mano ofreciéndomela.
-Me voy a casa, pero primero te acompaño a la tuya, señorita-era tan amable de su parte…y estúpido de la mía pensar como si él fuera un ligue, él era el enemigo, al que debía vencer.
-Gracias-me levante para ponerme a su altura y eche a andar sin ponerme a pensar, no debía. El se puso rápidamente a mi altura y me sonrió débilmente.
-Me caes bien-murmuro sobre nuestras pisadas.
-Y tu a mi…-le conteste con cortesía.
En realidad era la oportunidad adecuada para entablar conversación o romper el hielo de alguna otra manera.
-¿Quieres el numero de mi casa por si algún día decides ir a verme?-le pregunte obedientemente.
Era evidente que ninguna chica buena le podía dar el numero a un recién conocido por que lo quisiera así…debía de darle por lo menos una pequeña explicación o aceptación para una próxima visita.
Yo quería y necesitaba su visita para seguir con lo pensado, le mire sonriente y espere su respuesta con nerviosismo.
-Claro…-
-Mmm, ahora no tengo papel, ni tinta así que ¿podrás memorizarlo?-ya se que era un poco fastidio tener que hacerle memorizar mi numero a alguien pero era la única manera, a no sé que el decidiera darme su número o hacerme memorizar a mí el suyo.
-No hay problema, se me da bien esas cosas-con un movimiento de mano me animo a seguir y suspirando comencé a darle mi numero poco a poco, numero tras numero tranquilamente para que lo recordara bien, después de repetirlo tres veces, él mismo los decía con facilidad.
-Creo que ya te lo sabes de memoria-le dije, en ese momento y sin darme cuenta ya estábamos saliendo del parque y rápidamente avanzábamos por la avenida principal para tomar el desvió que nos llevaría a mi casa.
-Sí, aunque creo que es probable que no te llame en días, estaré tendido en mi cama, pensando que probablemente haya arruinado mi vida-contesto Rob, incontrolablemente sentí ganas de abrazarlo, era tan hermoso como un peluche, tan indefenso como un bebe y estaba tan triste que parecía como si el mismo quisiera entrar en depresión.
-Puedes llamarme para desahogarte, no hay problema, se escuchar-le dije cuidadosamente, necesariamente controle mis instintos y no le abrace pero tenía tantas ganas.
-No quiero molestarte con dolores de cabeza sobre un amor que ni siquiera te concierne, no sería amable de mi parte-dijo en respuesta, esas palabras salían de su boca pero en sus ojos había otra cosa, estaba totalmente de acuerdo conmigo, ahora él necesitaba a alguien con quien hablar y descargar su impotencia y yo estaba aquí ofreciéndome amablemente a ello.
-No te preocupes, yo te puedo ayudar y aconsejar, veras que después de hablar conmigo estarás mejor; recuerda que se escuchar-esas palabras fueron las necesarias para hacerle cambiar de opinión y asentir en silencio.
Seguimos por la calle en silencio, algún coche pasaba haciendo ese sonido estruendoso que les caracterizaba, cosas del futuro, le solía decir yo; todo el mundo tenía a esas cosas como si fueran sus bebes, solo que estas objetos se modernizaban rápidamente.
-¿Vives por aquí?-pregunto, no era una calle donde las casas fueran demasiado ricas ni muy pobres, era uno de los pocos barrios de la ciudad donde la gente era “normal”, cosa muy rara pues aquí o eras pobre o eras rico.
-Si… ¿Por qué?-quizás pensaba que por no ser rica no era suficiente para él, aunque solo fuera como amiga.
-Porque yo vivo a media calle de aquí-dijo alzando los hombros.
Por lo visto el señorito no era rico, sino mas bien alguien de clase media como yo; extrañamente eso me gustaba pues teníamos algo en común, algo que por cierto le hacía vivir más cerca de mí de lo que yo pensaba.
-Si lo hubiera sabido no te hubiera hecho memorizar mi numero-le dije a modo de broma.
-Siempre es bueno que me sepa tu numero por cualquier otra cosa-contesto sonriendo.
Seguimos andando hacia mi casa mientras hablábamos un poco mas de cosas sin aparente importancia, su contacto fue suave cuando le roce la mano produciéndome un cosquilleo, aunque él no fuera nadie.
Algunos pasos más y estuvimos frente a mi casa, aquella que no era demasiado imponente pero si muy especial para mí. Me pare frente a la puerta antes de que el siguiera andando.
-Es aquí-le dije señalando la pequeña valla.
-Oh…bueno, cuídate, supongo que nos veremos mañana, ¿Por qué puedo venir o mejor te llamo?-después de todo seguía siendo un caballero, asegurándose de que todo lo que hacía era lo correcto para el honor de la dama.
-No te preocupes, pasa por mi casa sin avisar, estaré esperándote por la tarde-le conteste, él asintió y tomo mi mano para darme un pequeño beso en los nudillos antes de darse la vuelta e irse hacia su casa, calle abajo.
Desde luego que lo estaría esperando y con impaciencia además.
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POV Victoria
Llevaba toda la mañana pensando en la mejor forma de acercarme a aquel chico llamado Rob, casi ni había comido y seguía dándole vueltas a la cabeza mientras andaba por el parque en busca de una respuesta milagrosa a la pregunta que parecía retórica.
En un momento estaba por lanzarme al lago y despejar mi mente con el agua fría de invierno y al siguiente le daba gracias a dios por poner en mi camino la solución a mi problema.
El chico en el que tanto pensaba estaba sentándose en un banco del parque mientras lloraba en silencio con una expresión bastante lastimera en su rostro, por un momento mi corazón se oprimió al ver su cara de ángel con tal profundo dolor.
Tuve que desechar ese pensamiento rápidamente, pues no podía sentir lástima ni ninguna clase de sentimiento relativamente bueno hacia él, ¿Yo? precisamente la que pensaba utilizarlo como un muñeco mas en mi función de títeres para mi propio cometido; venganza.
Deje la mente en blanco mientras me acercaba a el banco donde estaba sentado algo alejados de todos, y en un segundo sin titubear me puse a su lado suspirando por mis estúpidos pensamientos que se compadecían de él; seguramente lo estaba pasando mal y yo venía para ponérselo peor con mi plan; pero ya no había marcha atrás, era el momento y el lugar perfecto para conocerlo; cuando estaba solo, triste y prácticamente indefenso sentimentalmente hablando.
Gire unos centímetros mi cabeza para mirarle por el rabillo del ojo, con los pelos morenos, ojos claros y esa cara infantil y viril a partes iguales era hermoso; aun cuando su semblante era de pena e incertidumbre. Sus ojos se fijaron en los míos y sentí un poco de vergüenza por mi indiscreción.
-Siento mi falta de educación pero es que te vi llorar y…-me pare porque en realidad no sabía que decir, mi tono era como si fuera culpable de un crimen.
-Ah, no te preocupes…es que tuve un mal día-dijo extendiendo su mano hacia mi ofreciéndomela amablemente -Soy Robert.
-Encantada, yo soy Victoria-dije alcanzando su mano con la mía, él la tomo y beso mis nudillos tiernamente, era demasiado bueno para lo que pensaba hacer con él; por ello me dio pena aunque ya tenía claro lo que quería hacer y nada, absolutamente nada me haría cambiar de opinión; así que le sonreí con mi mejor sonrisa de niña buena.
-Igualmente-me contesto soltando mi mano con la mayor delicadeza posible, su sonrisa no era verdadera pero el intento fue bueno, lo malo es que yo conocía demasiado bien esa clase de sonrisas.
Tras unos segundos incómodos decidí hablar para no tener que dejarlo ir sin haberlo conocido de verdad ni si quiera. Esta era una oportunidad que la suerte me había dado y que no podía desperdiciar.
-Te veo muy triste, ¿quieres hablar de algo?-mi voz fue afable, intentando que no tuviera miedo de mí y me contara la verdad; parecía como si estuviera averiguando si lo que yo decía, lo decía por amabilidad o no.
-Veras es que yo amo a mi mejor amiga pero…-un suspiro corto la frase y sus lágrimas volvieron a hacer acto de presencia-no puedo estar con ella, la amo, de verdad que lo hago, es lo más importante que he tenido en mi vida, ha sido como mi hermana, mi mejor amiga, mi confidente y mi amor más querido en todo momento pero ella es rica y yo no, ¿Cómo puedo competir contra toda una sociedad aristócrata que quiere a los ricos con los ricos y a los pobre con los pobres?-su voz denotaba tanto dolor que sus palabras casi me dolían a mí, mi garganta estaba cerrada por un nudo que me hacia querer llorar con él y compartir su tristeza, un hombre llorando por su verdadero amor ¿Dónde puedes encontrar algo más bello que eso?, Él era imposiblemente bello.
-Siento que me veas llorar, ningún hombre debería dejar que una dama le vea llorar y sufrir haciendo que ella también sufra pero es que no pude impedirlo-murmuro Robert poniéndose recto al instante y secándose las lágrimas con la mano. Aun parecía frágil como un bebe con la apariencia de un hombre hecho y derecho.
-No pasa nada, ¿sabes que ver llorar a un hombre por amor en cierta manera es bonito?, ningún hombre de ahora lo sabe pero si una mujer ve llorar a un hombre se da cuenta de que de verdad posee sentimientos fuertes y hermosos por la otra persona-lo que dije no supe muy bien porque pero parecía mas bien una frase hecha para ayudarle que para convencerlo de que yo podría ser su amiga.
Tendría que practicar más para volver mi corazón de hielo y que unas simples lágrimas no atravesaran la muralla impuesta por mí misma, no podía dejar que tan fácilmente me conmovieran, se suponía que sería algo así como indestructible ¿no?
-Gracias por tus palabras Victoria, eres muy amable-los ojos de Robert me miraban, y en su sonrisa podía ver que ahora confiaba un poco en mí.
-De nada, es un placer hablar contigo Robert-murmure sin apartarle la mirada.
El se levanto de su asiento y con un suspiro pesado de cansancio, adelanto la mano ofreciéndomela.
-Me voy a casa, pero primero te acompaño a la tuya, señorita-era tan amable de su parte…y estúpido de la mía pensar como si él fuera un ligue, él era el enemigo, al que debía vencer.
-Gracias-me levante para ponerme a su altura y eche a andar sin ponerme a pensar, no debía. El se puso rápidamente a mi altura y me sonrió débilmente.
-Me caes bien-murmuro sobre nuestras pisadas.
-Y tu a mi…-le conteste con cortesía.
En realidad era la oportunidad adecuada para entablar conversación o romper el hielo de alguna otra manera.
-¿Quieres el numero de mi casa por si algún día decides ir a verme?-le pregunte obedientemente.
Era evidente que ninguna chica buena le podía dar el numero a un recién conocido por que lo quisiera así…debía de darle por lo menos una pequeña explicación o aceptación para una próxima visita.
Yo quería y necesitaba su visita para seguir con lo pensado, le mire sonriente y espere su respuesta con nerviosismo.
-Claro…-
-Mmm, ahora no tengo papel, ni tinta así que ¿podrás memorizarlo?-ya se que era un poco fastidio tener que hacerle memorizar mi numero a alguien pero era la única manera, a no sé que el decidiera darme su número o hacerme memorizar a mí el suyo.
-No hay problema, se me da bien esas cosas-con un movimiento de mano me animo a seguir y suspirando comencé a darle mi numero poco a poco, numero tras numero tranquilamente para que lo recordara bien, después de repetirlo tres veces, él mismo los decía con facilidad.
-Creo que ya te lo sabes de memoria-le dije, en ese momento y sin darme cuenta ya estábamos saliendo del parque y rápidamente avanzábamos por la avenida principal para tomar el desvió que nos llevaría a mi casa.
-Sí, aunque creo que es probable que no te llame en días, estaré tendido en mi cama, pensando que probablemente haya arruinado mi vida-contesto Rob, incontrolablemente sentí ganas de abrazarlo, era tan hermoso como un peluche, tan indefenso como un bebe y estaba tan triste que parecía como si el mismo quisiera entrar en depresión.
-Puedes llamarme para desahogarte, no hay problema, se escuchar-le dije cuidadosamente, necesariamente controle mis instintos y no le abrace pero tenía tantas ganas.
-No quiero molestarte con dolores de cabeza sobre un amor que ni siquiera te concierne, no sería amable de mi parte-dijo en respuesta, esas palabras salían de su boca pero en sus ojos había otra cosa, estaba totalmente de acuerdo conmigo, ahora él necesitaba a alguien con quien hablar y descargar su impotencia y yo estaba aquí ofreciéndome amablemente a ello.
-No te preocupes, yo te puedo ayudar y aconsejar, veras que después de hablar conmigo estarás mejor; recuerda que se escuchar-esas palabras fueron las necesarias para hacerle cambiar de opinión y asentir en silencio.
Seguimos por la calle en silencio, algún coche pasaba haciendo ese sonido estruendoso que les caracterizaba, cosas del futuro, le solía decir yo; todo el mundo tenía a esas cosas como si fueran sus bebes, solo que estas objetos se modernizaban rápidamente.
-¿Vives por aquí?-pregunto, no era una calle donde las casas fueran demasiado ricas ni muy pobres, era uno de los pocos barrios de la ciudad donde la gente era “normal”, cosa muy rara pues aquí o eras pobre o eras rico.
-Si… ¿Por qué?-quizás pensaba que por no ser rica no era suficiente para él, aunque solo fuera como amiga.
-Porque yo vivo a media calle de aquí-dijo alzando los hombros.
Por lo visto el señorito no era rico, sino mas bien alguien de clase media como yo; extrañamente eso me gustaba pues teníamos algo en común, algo que por cierto le hacía vivir más cerca de mí de lo que yo pensaba.
-Si lo hubiera sabido no te hubiera hecho memorizar mi numero-le dije a modo de broma.
-Siempre es bueno que me sepa tu numero por cualquier otra cosa-contesto sonriendo.
Seguimos andando hacia mi casa mientras hablábamos un poco mas de cosas sin aparente importancia, su contacto fue suave cuando le roce la mano produciéndome un cosquilleo, aunque él no fuera nadie.
Algunos pasos más y estuvimos frente a mi casa, aquella que no era demasiado imponente pero si muy especial para mí. Me pare frente a la puerta antes de que el siguiera andando.
-Es aquí-le dije señalando la pequeña valla.
-Oh…bueno, cuídate, supongo que nos veremos mañana, ¿Por qué puedo venir o mejor te llamo?-después de todo seguía siendo un caballero, asegurándose de que todo lo que hacía era lo correcto para el honor de la dama.
-No te preocupes, pasa por mi casa sin avisar, estaré esperándote por la tarde-le conteste, él asintió y tomo mi mano para darme un pequeño beso en los nudillos antes de darse la vuelta e irse hacia su casa, calle abajo.
Desde luego que lo estaría esperando y con impaciencia además.
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O.O rayos, la verdad es que no se me ocurre nada, pobrecillo Rob =s
ResponderEliminarYa espero saber que pasa, quede en ascuas jejje
Mordicos
Nachi
PD: Estoy estrenando nueva historia en mi bog, espero que pases ^^
Me encanta esta historia. pobrecillo rob, en fin, haber que les pasara ahora, que sucedera? Estoy enganchada
ResponderEliminarsaludis vampi